Ellen White y su gusto por la navidad – Parte 2
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La discusión de los conservadores, que se oponen a la celebración de la navidad, es el discurso de que la festividad es pagana y que el 25 de diciembre se dedicó al nacimiento del sol. Entre otros datos históricos.[1] Así mismo, tienen la idea de que sería incompatible para un cristiano participar de una celebración “pagana”. Pero, no discuten el hecho, de que la mayoría de las prácticas en las iglesias tienen raíces en el paganismo.[2]
Incluso los autores del Nuevo Testamento tomaron elementos paganos, aplicándolos a Cristo. Como el famoso discurso de Pablo en el pagano Areópago de Atenas, lleno de altares a dioses y semi-deidades. El apóstol tomó uno que estaba dedicado “Al dios desconocido”, diciéndoles: “Pues al que ustedes adoran sin conocerlo, a ese les vengo a anunciar” (Hechos 17:22-24). Y así también tomaron conceptos del paganismo y los redefinieron bajo el prisma cristiano.[3] Conceptos como “Iglesia” (gr. ekklesia), el Señor (gr. kyrios), Dios (gr. Theos), divinidad (gr. theótēs), el Hades (gr. hádēs), entre otros.
Celebración de noche buena
¿Es correcto celebrar el 25 de diciembre? Ellen White, escribió sobre esta fecha, pero no con las connotaciones fanáticas de los conservadores que se oponen a la Navidad. Cuando ella se refirió a este día, dejo en claro que no era de su interés si realmente Jesús nació o no en esa fecha:
El 25 de diciembre se ha conmemorado a lo largo del tiempo como el día del nacimiento de Jesús, y en este artículo no es mi propósito de afirmar o cuestionar la conveniencia de celebrar este evento en este día, sino para detenerme sobre la infancia y la vida de nuestro Salvador. Es mi propósito de llamar la atención de los niños a la humilde forma en que el Redentor vino al mundo.[4]
El 9 de diciembre de 1884, White escribió un artículo titulado “Christmas is Coming” para la Review, en el cual abordo esta fecha y dio algunas orientaciones:
Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos guardando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fué ocultado con el más sabio de los propósitos.[5]
En este párrafo resaltan algunos puntos interesantes: (1) El 25 de diciembre es un “costumbre popular”, (2) no hay evidencia bíblica o histórica, (3) la Biblia no define el día exacto porque no es un asunto de salvación. (4) El silencio tiene un propósito. Ellen White aclaró el porqué de este silencio.
Para reafirmar el porqué del silencio, White aportó un pintoresco ejemplo, como el hecho de que Dios oculto el lugar exacto donde Moisés resucito y fue llevado al cielo, con el fin de que los judíos no idolatraran aquel lugar. De la misma manera sucedió con el día en que Cristo nació:
Por el mismo motivo Dios ocultó el día preciso en que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía darse a Cristo como Redentor del mundo y el único que debía ser recibido y en quien se debía confiar por ser el único capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que se allegan a él. La adoración del alma debe tributarse a Jesús como Hijo del Dios infinito.[6]
Ellen White, consideró el 25 de diciembre como un día honorifico, el cual carece de solemnidad o tenga una bendición especial, como el sábado. En este contexto, ella escribió:
“No hay ninguna santidad divina descansando en el 25 de diciembre; y no le agrada a Dios que algo que concierne a la salvación del hombre mediante el infinito sacrificio hecho por ellos sea tan tristemente pervertido de su diseño desviado de su intención original… Cristo debe ser el objeto supremo, pero cuando la Navidad es observada, la gloria es desviada de Él hacia el hombre mortal, cuyo carácter pecaminoso y defectuoso le hizo necesario venir a nuestro mundo.”.[7]
Luego de hacer estas afirmaciones sobre el 25 de diciembre, White continuó diciendo:
En vista de que el 25 de diciembre se observa para conmemorar el nacimiento de Cristo, y en vista de que por el precepto y por el ejemplo se ha enseñado a los niños que es en verdad un día de alegría y regocijo, os resultará difícil pasar por alto esa fecha sin dedicarle cierta atención. Es posible valerse de ella con un buen propósito.[8]
Entonces, ¿no deberíamos celebrar la navidad porque el 25 de diciembre no es la fecha correcta? El 17 de diciembre de 1889, Ellen White publicó un artículo en la Review and Herald, dirigido a los jovenes:
Aunque no sabemos exactamente en qué día nació Jesús, debemos honrar este sagrado acontecimiento. No quiera Dios que haya alguien tan estrecho de mente que pase por alto este acontecimiento porque no tiene seguridad en cuanto a la fecha exacta […]
En vez de ser ahogado y prohibido arbitrariamente, el deseo de divertirse debe ser controlado y dirigido por esfuerzos esmerados de parte de los padres. Su deseo de hacer regalos puede ser desviado por cauces puros y santos a fin de que beneficie a nuestros semejantes al suplir la tesorería con recursos para la grandiosa obra que Cristo vino a hacer en este mundo.[9]
Las iglesias adventistas en la época de los pioneros y de Ellen White, acostumbraron a tener algún programa especial el 24 de diciembre, para conmemorar el nacimiento de Jesús y el don de la salvación:
Anoche se celebró la Navidad en el tabernáculo [de Battle Creek], y todo salió bien, con modestia, solemnidad y gratitud manifestada en todo lo que se hizo y se dijo, porque Jesús, el Príncipe de la vida, vino a este mundo como el bebé de Belén para ofrecerse por nuestros pecados.[10]
Arthur L. White, nieto de James y Ellen White, señalo en sus memorias, que, en las fechas de navidad, su abuela las aprovechaba para meditar y acercarse a Jesús: “Pasaré mi Navidad procurando que Jesús sea un huésped bienvenido en mi corazón. Su presencia ahuyentará todas las sombras”.[11] En otras ocasiones, el 25 de diciembre era aprovechado para hacer evangelismo y se efectuaban bautismos.[12]
También, Ellen White predicó mensajes navideños el 24 de diciembre, tal como sucedió en 1891:
El siguiente jueves de noche, 24 de diciembre… Estaban presentes unas 100 personas, que representaban las iglesias en Australia. Puesto que el día siguiente era Navidad, la Sra. White dirigió un mensaje apropiado sobre “el nacimiento y la misión de Cristo, ilustrando el amor de Dios y mostrando que es propio hacer regalos de gratitud, como hicieron aquellos que trajeron sus presentes a Jesús, en vez de derrochar recursos en una gratificación inútil[13]
Adornos navideños
Durante su vida, Ellen White tuvo un gusto por los adornos navideños. Por lo menos, hay unas ocho (8) referencias directas, que habla sobre el uso el Árbol de navidad y que en su mayoría han sido compiladas en el libro el Hogar cristiano. La primera vez, que White escribió sobre los adornos navideños, aparece en un artículo publicado el 11 de diciembre de 1879:
Agradaría mucho a Dios que cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas, grandes y pequeñas, para esas casas de culto. Nos han llegado cartas en las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en tal caso como el mundo? Contestamos: Podéis obrar como lo hace el mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como sea posible de la seguida por el mundo. El elegir un árbol fragante y colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos en el árbol.[14]
En el momento que White hizo esta declaración, se encontraba en Basilea, Suiza. Arthur L. White, comentó la escena:
A su regreso a Basilea, la Sra. de White asistió a la noche siguiente a una reunión donde se presentó la historia de la Navidad. Ella dio una charla breve. Luego trajeron un fragante pino cargado con donaciones para el Señor. El motivo de esta reunión navideña fue obtener ayuda económica para los colportores que trabajaban en Rusia.[15]
Sanatorio de Battle Creek con decoraciones navideñas. Foto: Ellen G. White Estate. Inc.
26 de diciembre de 1882.
“En cada iglesia, se deben hacer, aunque sea pequeño, un esfuerzo especial para mostrar nuestra gratitud a Dios al traer nuestras ofrendas para su causa. Que aquellos que desean un árbol de Navidad hagan sus ramas fructíferas con los regalos para los más necesitados, y las ofrendas para la tesorería de Dios. Y dejar que los niños aprendan la bendición de dar, al traer sus pequeños regalos y añadir a las ofrendas de sus padres”.[16]
29 de enero, 1884.
“Al terminar el largo viaje que me trajo del este, llegué a casa a tiempo para pasar la víspera de Año Nuevo en Healdsburg. El salón de actos del colegio había sido preparado para una reunión de la escuela sabática. Se habían ordenado con buen gusto guirnaldas de ciprés, hojas otoñales, ramas de coníferos y flores. Una gran campana formada con ramas de pino colgaba del arco de entrada al salón. El árbol estaba bien cargado de donativos, que iban a emplearse para beneficio de los pobres y para contribuir a la compra de una campana…. En esa ocasión nada se dijo ni se hizo que hubiese de cargar la conciencia de nadie. Algunos me dijeron: “Hermana White, ¿qué piensa Vd. de esto? ¿Concuerda con nuestra fe?” Les contesto: “Concuerda con mi fe”.[17]
9 de diciembre, 1884.
Cada árbol en el jardín de Satanás está cargado con frutas de vanidad, orgullo, arrogancia, deseos malvados, extravagancia- todas las frutas envenenadas, pero muy gratificantes para el corazón carnal. Que las iglesias presenten a Dios árboles de navidad en cada iglesia; y luego que cuelguen cargadas con frutos de beneficencia y gratitud, -ofrendas que vengan de corazones y manos dispuestas, frutos que Dios aceptará como una expresión de nuestra fe y de nuestro gran amor hacia Él por el regalo de su Hijo, Jesucristo.[18]
8 de diciembre, 1887.
Que su árbol de Navidad esté consagrado a Dios, y que sus ramas estén cargadas con ofrendas para Cristo. No ofrenden como si fuera un deber, repartiendo sus donaciones con manos mezquinas. Las obras de Dios no son una tarea penosa. Al darnos a su Hijo, Dios nos ha derramado todo el Cielo en un solo regalo. Traigámosles ofrendas con un corazón desbordante, con gratitud y alegría provocada por el incomparable amor de Cristo. Enséñenles a sus hijos mediante su propio ejemplo las bendiciones de obrar para Cristo. Edúquenlos a cumplir las tareas de amor por Él, y a que en todos sus regalos recuerden al Dador de gracia.[19]
Conclusión
Ellen White mantuvo una posición coherente con sus creencias acerca de la Navidad. Por supuesto, sus consejos no apelaban al fanatismo o al desconocimiento de la discusión sobre las festividades navideñas.
Contrario a lo que se pueda suponer, White celebro la navidad y recomendó hacerlo a los adventistas, como un medio para recodar verdaderamente lo que es y una festividad para servir con liberalidad a los más necesitados. Ella, no invito a los adventistas a abstenerse de su celebración. Pero, si objetó los gastos excesivos en lujosos regalos y vestidos ostentosos, la glotonería, diversiones desenfrenadas, el egoísmo y la autocomplacencia.
Si el asunto de la Navidad tuviera las connotaciones tan herejes, que presentan los adventistas fundamentalistas, ¿por qué Ellen White nunca se le revelo tales herejías? Si la afirman como “profeta”, ¿entonces ella realmente no fue inspirada?
En vez de prohibir la Navidad, debemos participar de ella con el fin de usarla como un medio de evangelismo y ayuda para los necesitados. Hay más riqueza en educar a las iglesias en la forma correcta de celebrar, que en imponer pruebas de salvación que no están en las Escrituras, sino que solo traen ignorancia y obscuridad. Prohibir no es educar, sigamos el ejemplo Ellen White, ella educo a su entorno en cuanto a esta fiesta y otras. A fin de cuentas, ¿no es ella la mensajera del Señor?
Daniel A. Mora, es editor para Adventist Today Latinoamerica. Ha realizado aportes a la investigación histórica, teología de la migración, liderazgo femenino y abordajes en casos de corrupción y malversación de fondos. Además de su experiencia en diferentes países y contacto con instituciones adventistas.
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Referencias
[1] Ver Joseph F. Kelly, The Origins of Christmas (Liturgical Press, 2004).
[2] Ver Gary Forsythe, El tiempo en la religión romana: Mil años de historia religiosa (Routledge, 2012).
[3] Ver Frank Viola, El cristianismo pagano: Los Orígenes de Nuestras Prácticas de la Iglesia Moderna (Editorial Vida, 2003).
[4] Ellen White, “Christmas Address to the Young”, Review and Herald, 17 de diciembre de 1889. En adelante RH.
[5] Ellen White, “Christmas is Coming”, RH, 9 de diciembre de 1884.
[6] Ibid.
[7] Ibid.
[8] Ibid.
[9] Ellen White, Christmas Address to the Young”, RH, 17 de diciembre de 1889.
[10] Ellen White, Manuscrito 24, 1889 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 25 de diciembre de 1889).
[11] Arthur L. White, Elena de White: Mujer de visión (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2003), 211.
[12] Ibid., 140.
[13] Ibid., 289.
[14] Ellen White, El hogar cristiano (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 438.
[15] Arthur L. White, Elena G. de White en Europa (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1979), 288.
[16] Ellen White, “Holiday Gifts”, RH, 26 de diciembre de 1882.
[17] Ellen White, “Notes of Travel”, RH, 29 de enero de 1884.
[18] Ellen White, “Christmas is Coming”, RH, 9 de diciembre, 1884
[19] Ellen White, “Christmas Gifts for Christ”, 8 de diciembre, 1887.