División Interamericana: La pérdida de miembros y la falta de transparencia
El liderazgo adventista en la División Interamericana, concluyó su sesión de fin de año en Punta Cana, República Dominicana, con informes claros sobre la gran pérdida de miembros y un llamado de Filiberto Verduzco, tesorero de la División, sobre la transparencia financiera. La sesión fue la primera en formato presencial después de los años de la pandemia que obligo a hacer las reuniones de manera virtual.
Más que cifras…
Pr. Leonard Johnson, secretario de la División, presentó el balance estadístico de la membresía y el crecimiento en Interamericana. Johnson dijo: “Las estadísticas son más que tan solo cifras… Cuentan la historia de lo que hemos logrado, y de lo que necesitamos para seguir avanzando”. Con una membresía de 3.677.901 miembros, se presentaron índices altos de perdida de miembros. Durante 2021-2022, se abrieron 129 iglesias nuevas.
Según Johnson, los dos primeros trimestres del año se añadieron 119.045 nuevos miembros, pero se perdieron 102.565 miembros. Dejando un crecimiento neto de 16,480 miembros. Es decir, en ese periodo se fue el 86% de miembros. Dejando un crecimiento real del 14%. Si bien Johnson resalto que los años 2016 y 2017 fueron los mejores años, aunque no dijo que a partir de 2017 la membresía en la DIA sigue decreciendo.
Entre 2018 y 2021, se añadieron 807.245 miembros a la DIA, pero se perdieron 933.365 miembros. Lo que significa que se perdió más de lo que entro, en otras palabras, la DIA está perdiendo más miembros de los que entran. Esta información estuvo ausente en la nota de prensa. Y como informe en un artículo reciente, los periodos mencionados contienen a las nuevas generaciones. Los jóvenes son los que más ausentes están en la iglesia.
La membresía adventista en la DIA sabe que estos números a veces no reflejan la dimensión real de sus Iglesias Locales. En donde se sienten un mayor impacto de la perdida y el vacío. Algunos miembros de la sesión, como Ismael Castillo, rector de la Universidad de Montemorelos, México, dijo: “Tenemos la responsabilidad de retener a la nueva generación de miembros”. Y Lincoln Edwards, rector de la Universidad Norteña del Caribe en Jamaica: “En el informe, el secretario mencionó que es una iglesia relativamente joven con miembros en rápido crecimiento de 13 a 45 años de edad”.
La pérdida de miembros dice mucho…
Luis Aguillón, secretario de la Unión Salvadoreña dijo: “Necesitamos cuidar de las personas que se bautizan, no solo antes y durante su bautismo sino cuando prestan servicios y se involucran en la vida de la iglesia”. Y Samuel Telemaque, director de Escuela Sabática de la División enfatizo la necesidad urgente de encontrar equilibrio en el evangelismo y la retención de los miembros. Johnson indicó que se estaban haciendo planes, aunque no se especificaron, excepto por la “revisión redentora de los miembros, más capacitación y evaluación, y la aplicación de los reglamentos eclesiástico-administrativos”.
La pérdida de miembros es normal en toda estructura religiosa. Pero cuando tienes más personas que se van, en comparación con las que entran, este fenómeno está diciendo algo claro, una palabra: desconexión. Las personas se van porque sencillamente la iglesia no es un espacio donde se sientan cuidadas, ministradas y apreciadas. No logran ser enriquecidas espiritualmente y solo pasan a ser números. Mientras los métodos de la DIA sean enfocarse en bautismos y blancos, la iglesia seguirá decreciendo.
Albert Einstein decía: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. La pérdida de miembros son resultados de un problema mayor. Tienes líderes que están en la División Interamericana que se convirtieron en administradores, y perdieron la conexión con las necesidades de los pastores y miembros. Escriben y arman planes exigiendo números de bautismos y diezmos, en una oficina, lejos de los territorios de la DIA. Ya que Miami pertenece a la División Norteamericana. En vez de permitir a los pastores y Asociaciones desarrollar sus actividades sin presiones, y sin calendarios estrictos de actividades. O por lo menos seguir ejemplo de la División Norteamericana, que la tienen más cerca.
Si los administradores en una estructura presentan informes de perdidas consecutivos, seguramente serían removidos de sus cargos. Aunque esto no sucede en los niveles administrativos de la DIA, dónde se aplican una línea de flexibilidad e inmunidad; mientras que los pastores locales se les aplica una línea dura e inflexible. Si un pastor adventista no alcanza los blancos de bautismos en 3 años consecutivos, la historia sería diferente y habría sido expulsado del ministerio por “ineficiencia”.
Joseph Kidder en su libro The Big Four: Secrets to a Thriving Church Family,[1] producto de su investigación sobre las iglesias adventistas en crecimiento en la División Norteamericana, expuso las características que tienen estas congregaciones, entre las cuales están: (a) “liderazgo efectivo y fortalecedor”, que se centra en imitar a Jesús, haciendo del servicio el centro del liderazgo. (b) “Espiritualidad apasionada y auténtica”, cristocentrica. Es decir, exaltan más a Cristo que trivialidades normativas. (c) “laicado comprometido y activo”, siendo empoderados realmente y no solo usados. Se respeta la representatividad, algo ausente en la DIA. Y (d) “adoración que exalta a Dios”, sin enfocarse en los estilos de adoración. “Aunque el estilo no es obligatorio para el crecimiento, la excelencia y el propósito, la oración, la esperanza y el profesionalismo son vitales”.
Mark Mittelberg y Bill Hybells, en su libro Becoming a Contagious Christian,[2] enfatizan la dimensión relacional, donde los líderes y miembros rompen los muros y las barreras para alcanzar a los no conversos. Hace de sus iglesias espacios seguros y no caen en el error de hacer grandes programas y exhaustivas actividades. Ellen White creía en el trabajo relacional y no estructural:
Creemos plenamente en la organización de la iglesia; pero ésta no tiene por fin prescribir la manera exacta en la cual debemos trabajar; porque no todas las mentes han de ser alcanzadas por los mismos métodos. No debe permitirse cosa alguna que separe al siervo de Dios de sus semejantes.[3]
La poca transparencia en la División Interamericana
El pastor Filiberto Verduzco, tesorero de la División, presentó el informe financiero ante los 160 miembros del Concilio, presidentes de Uniones, Asociaciones, Misiones e Instituciones Adventistas. Verduzco abordo dos áreas: “El papel clave de la mayordomía”, reconoció que, “debería estar orientada al miembro de iglesia, que financia la misión de la iglesia”. ¿Realmente se reconoce el papel de los laicos?
Por otro lado, Verduzco dijo que la mayordomía debía ser “una estrategia espiritual, una promotora de la confianza”, también resalto que la DIA “está comprometida con la creación y fortalecimiento de un ambiente de transparencia y rendición de cuentas”. Y fue enfático sobre la necesidad de la transparencia:
“Estamos dedicados a la tarea de fortalecer el Sistema Financiero de la Iglesia, cuidando de la propiedad y los intereses del Señor. Esto solo es posible en un ambiente de transparencia, credibilidad, rendición de cuentas, y confianza, mientras se toman decisiones usando los diezmos y las ofrendas”.
Lamentablemente esto no es una realidad en la DIA. Empezando por el hecho de que el Concilio Anual de la DIA no fue trasmitido en directo en su canal de YouTube, a diferencia de las Sesiones de la División Norteamericana que son trasmitidas en su canal de YouTube. La DIA se encerró en un hotel con 160 personas, para dar los informes estadísticos y financieros; así como discutir la información. Y luego informar a los más de 3 millones de miembros de manera ambigua y sin dar datos específicos financieros, mediante comunicados de prensa poco realistas.
Los casos de malversación de fondos están siendo visibilizando por medios informativos como Adventist Today. Mientras a los miembros se les niega la apertura de los informes financieros y la toma de decisiones. La representatividad no es real en la DIA, a diferencia de la División Norteamericana, donde los laicos, por ejemplo, en armonía con el Working Policy, son los que intervienen cuando hay anomalías financieras en las Asociaciones y por mayoría convocan a las Juntas Directivas de esos campos para hacerlos rendir cuenta, incluso remueven a los administradores de sus cargos, aunque no hayan completado el periodo para el cual fueron electos.
En el caso de las Uniones con estatus de Misión, el panorama es menos abierto. Mantienen a los laicos sin la posibilidad de elegir a sus líderes y les privan de la representatividad. Pueden pasar décadas y mantienen a las Uniones con el estatus de Misión, lo que significa que los laicos no tienen voz ni voto en la toma de decisiones de esas Uniones. Hay laicos que nunca han sabido lo que es votar o remover a administradores por la autoridad que les confiere el sistema representativo adventista.
Mientras la DIA se beneficia de los diezmos y ofrendas, no toman en cuenta la voz de los laicos. Los problemas de transparencia son causados por los administradores, no por los miembros que apoyan la Misión. En la medida que se siga debilitando el sistema representativo no se puede hablar de transparencia. Por lo que se necesita comenzar a respetar y educar a los miembros en la autoridad que tienen en el sistema representativo. Y darles a las Uniones el estatus de Asociación.
Conclusión
¿Hacia dónde vamos? La Iglesia Adventistas en la División Interamericana sigue en una encrucijada entre su rica herencia histórica misional, ferviente pasión por las tradiciones y la burocracia administrativa, estás dos últimas afectan a los pastores y las iglesias locales. Si hubo algo que le hizo daño al adventismo, fue la separación entre los laicos, pastores y administradores. Si el adventismo desea avanzar en esta región, los pastores y administradores deberían derribar ese muro que construyeron, y escuchar la sabiduría de los laicos. A fin de cuenta, son ellos los que sostienen a la iglesia, no solo con sus diezmos y ofrendas, sino con su participación. Además, comenzar a desintoxicarse del fundamentalismo y tener apertura real, tangible y creíble hacia las nuevas generaciones.
[1] S. Joseph Kidder, The Big Four: Secrets to a Thriving Church Family (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2011).
[2] Mark Mittelberg y Bill Hybells, Becoming a Contagious Christian (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1994).
[3] Ellen White, Joyas de los testimonios, 2:403.
Daniel A. Mora, es el editor para AToday Latinoamérica, tiene formación teológica en Argentina y Venezuela. Como adventista e hijo de pastor entiende la estructura del adventismo. Ha participado en diferentes publicaciones teológicas y colaboró como editor de dos libros, Apartadas para el ministerio: Una perspectiva bíblica sobre la ordenación y Elena G. de White, manteniendo viva la visión.