“El ministerio de la hostilidad”: Los jóvenes se van de la iglesia
En la revisión de los diferentes informes “2019 Nurture and Retention Summit” de la Asociación General, me encontré con un pintoresco texto bíblico usado por el pastor Leonard Johnson, Secretario Ejecutivo de la División Interamericana, en su informe estadístico:
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:18-19).
Johnson resalto las siguientes frases del texto bíblico: “reconciliándonos”, “nos dio”, “ministerio”, “nos encargó”, “el mensaje [de la reconciliación]”. En los siguientes slideshare las estadísticas le permitieron hacer una declaración evidente: “Estamos perdiendo muchos miembros”. ¿Cómo llegamos a este punto en que las personas prefieren irse de la iglesia?
El problema es ahora
David Trimm, el Director de los Archivos Adventistas de la Asociación General, presento su informe estadístico en el Concilio Anual de la GC 2022, donde relato la perdida de miembros desde 1965. Por supuesto, su análisis dejo preocupación de que la IASD había perdido durante ese periodo el 40% de la membresía.
Si bien hay adventistas anteriores a 1965, e incluso uno que otro sigue robándole oxígeno a las nuevas generaciones, resistiéndose a soltar los cargos y el micrófono, las perdidas realmente se concentran a partir de la generación Millenials (1981-1996) y Centennials o generación Z (1997-2010).
¿Qué tiene que ofrecer el adventismo para las actuales generaciones? Fuera de una larga lista de normas ridículas, compendios doctrinales y burocracias interminables, parece que nada más. Las opciones que tienen las nuevas generaciones dentro de sus iglesias es solo adaptarse al esquema del liderazgo estructurado por la modernidad.
Por supuesto, siempre habrá alguno que otro en las nuevas generaciones que continúen esos modelos tóxicos, sea por acomodamiento o por falta de alternativa. Por lo general, carecen de criterio propio, como si fueran diagnosticados con muerte cerebral. Mientras que hay otros jóvenes que no aceptan acomodarse y buscan explorar vías alternas que permitan al adventismo mantener su relevancia generacional. Pero realmente hay un grupo mayor que decide no desgastar su juventud en un sistema poco viable y se van de la iglesia.
La pérdida generacional
Si bien las estadísticas se enfocaron desde 1965, decidí tomar los últimos 20 años (2001-2021), un periodo donde se concentran la mayoría de Millenials y Centennials. Se abordaron tres categorías: la IASD en general, División Interamericana y División Sudamericana (abarcan Latinoamérica).
- Asociación General: Durante un periodo de 20 años, la IASD añadió 33,734,669 de miembros. Sin embargo, se fueron 23,509,747 de miembros. Con un crecimiento neto de 10,224,922 de miembros.
- División Interamericana: Desde 2001 al 2021, la DIA añadió 5,918,542 miembros a la iglesia. Pero, se fueron 4,335,342 de miembros, dejando un crecimiento neto de 1,583,200 miembros.
- División Sudamericana: Si bien la DSA en 20 años, ingreso 7,034,079 nuevos miembros, a su vez se fueron 6,283,125 miembros, dejando un crecimiento neto del 750,954. Siendo la región con más perdida de miembros en Latinoamérica.
Un falso interés
La aproximación y los enfoques hacia las nuevas generaciones, son agresivas, por parte de un liderazgo desconectado, no solo con las necesidades de la iglesia, sino con la sociedad actual. Las nuevas generaciones son vistas como amenazas potenciales para los que se rehúsan a dejar el liderazgo. Les preocupa la tolerancia de las nuevas generaciones y amagan el discurso de la intolerancia religiosa. Se aterran de la apertura de las nuevas generaciones hacia las realidades sociales y se sienten seguros en el sectarismo. Incluso están hablando de “crisis de identidad adventista”, porque ven que los elementos que modelaron sus liderazgo en el adventismo, están desapareciendo en las nuevas generaciones. Tienen la idea de que, sin ellos en el liderazgo, la iglesia sucumbirá a las nuevas generaciones. ¡Los abuelos adventistas están viendo como sus hijos y nietos se van de la iglesia!
Esa necesidad de alineación generacional es evidente en la forma de abordaje. La preocupación real del liderazgo, no es que los jóvenes se vayan, sino que no tienen la capacidad de alinearlos y las nuevas generaciones perdieron el miedo a los chantajes espirituales. Los programas diseñados para “incluir a los jóvenes”, no es otra cosa que un intento falso de mostrar interés.
Recientemente revise un programa que me había enviado un presidente de campo, para “incluir a los jóvenes”, pero el programa era: “primero yo, segundo yo, tercero yo, y de último lugar los jóvenes”. Es fácil delegarles a los jóvenes las funciones de dar la bienvenida en la puerta de la iglesia, salir a agitar pancartas con slogan “Dios creen en Ti”, “entregar literatura o limpiar parques”. Pero darles el mando y la capacidad de tomar decisiones para cambiar las cosas, ¡eso jamás! Las nuevas generaciones se dan cuenta de esto y lo perciben, no son tan ingenuos como tienden a subestimarlo nuestros líderes.
Perdiendo la relevancia
Los adventistas surgieron a mediados del siglo 19 en el Norte de los Estados Unidos. El adventismo comenzó a hacerse notorio, a medida que abordaba los desafíos sociales y estuvieron listos para tomar partido respecto de las cuestiones más relevantes de sus días. Inclinándose por un fuerte sentido de la justicia social. La mayoría de los primeros adventistas eran jóvenes apasionados y adolescentes, junto a adultos con un claro sentido de la realidad.
Cuando la Iglesia Adventista se organizó formalmente en 1863, su primer presidente John Byington (con 65 años de edad en ese momento), era un consumado abolicionista. Ayudo a escapar a esclavos negros del Sur de Estados Unidos, y al margen de la ley él era un agente del Ferrocarril Subterráneo, una red clandestina organizada en el siglo XIX en Estados Unidos y Canadá para ayudar a los esclavos afroamericanos a que escaparan de las plantaciones del sur de Estados Unidos hacia estados libres o Canadá.
Douglas Morgan explica en su artículo, que John Andrews en 1852, con 21 años de edad se dirigió contra la esclavitud basado en Apocalipsis 13, y Urías Smith el famoso editor adventista, escribió contra la esclavitud, cuando tenía 24 años en 1856. Jaime White también haría lo mismo. Ellen White, otra consumada abolicionista, a los 24 años de edad, relato el jubileo para la liberación de los esclavos y a los 34 años de edad, ella desafió a todos los ciudadanos y adventistas a desobedecer la Ley del Congreso que obligaba devolver esclavos fugitivos a sus amos en el Sur:
“No hemos de obedecer la ley de nuestro país que exige la entrega de un esclavo a su amo; y debemos soportar las consecuencias de su violación. El esclavo no es propiedad de hombre alguno. Dios es su legítimo dueño, y el hombre no tiene derecho de apoderarse de la obra de Dios y llamarla suya”. Ellen White, Testimonios para la Iglesia, Tomo 1 (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2003), 185.
Los pioneros adventistas no tuvieron problemas en usar la Biblia para ponerla al servicio de la justicia social. Incluyendo la defensa férrea que hicieron a favor del liderazgo femenino. Derribando las interpretaciones misóginas de textos como 1 Corintios 14:34-35 o 1 Timoteo 2:9-11. No tuvieron temor de incluir a las mujeres en el ministerio pastoral desde 1871. Además, Ellen White invito a los adventistas de su época a trabajar en colaboración estrecha con la Unión Pro Temperancia de Mujeres Cristianas, el primer movimiento feminista y más grande de los Estados Unidos. ¿Dónde está esa herencia hoy?
El ministerio de la hostilidad
El enfoque hacia las generaciones actuales es menos caótico que la manera en que intenta abordarse al mundo. Básicamente, se ha declarado al mundo como el enemigo. Mientras se impone en la iglesia una sub-cultura formada en el fundamentalismo, el mensaje adventista quedo estancado y desconectado. ¿Qué puede atraer a los jóvenes que son del mundo?
Pablo dice que Dios no solo nos reconcilió, también “estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2 Corintios 5:18-19). La fuerza del verbo katallassó, que significa un cambio profundo,“cambiar de manera decisiva”. La palabra griega que se traduce reconciliación deriva de palabras para intercambio, en las que, por extensión, la enemistad se intercambia por relaciones pacíficas. ¿Qué significa esto? Dios es quien tomó la iniciativa de reconciliación, y se aproxima al mundo por medio del sacrificio de Cristo para tener una relación de respeto, reciprocidad y amistad (cf. Juan 3:16). Si bien los humanos pecaron, Dios no les toma en cuenta los pecados como fundamento para el cambio de su relacionamiento. Por supuesto, el verbo aparece en una acción incompleta, ya que la reconciliación debe ser asumida por la otra parte.
Dios nos dio el ministerio de la reconciliación, y por el origen de la palabra diakonos, el ministerio no es otra cosa que el servicio pleno y deferente. Servir a la humanidad para dignificarla. Una vez más, ¿qué significa esto? Imitar el ministerio de Jesús, quien sirvió a la humanidad al punto de dar su vida por el mundo (Mateo 20:27-28 TLA).
Pero, el ministerio de la reconciliación fue cambiado a lo opuesto, un ministerio de hostilidad, dónde se prefiere imponer normas por encima de la creatividad y generosidad de las nuevas generaciones. Donde se usa la hostilidad como método de acercamiento al mundo, creyéndonos mejores y autosuficientes. Prefiriendo mantener nuestras tradiciones, y neutralizar a los jóvenes, con tal de que la estructura mantenga su poder.
Conclusión
Hoy tenemos líderes adventistas que presentan los temas de la justicia social como peligros para el adventismo. Aplastan a las mujeres y limitan la capacidad de los jóvenes. Tenemos al presidente de la AG, Ted Wilson, amenazando a Uniones enteras por ordenar pastoras. Además de querer imponerle a las nuevas generaciones modelos y estructuras tóxicas.
El adventismo se está encaminando a la pérdida de su relevancia, porque decidió cambiar el foco en las personas, por su propia autosuficiencia institucional. El mayor fracaso del adventismo en la actualidad es su incapacidad de poder poner en práctica sus altos estándares éticos y sociales. Con iglesias que están siendo exprimidas y arengadas, sus miembros visto como meros números para sacarles dinero. Corrupciones institucionales y un mordaz ataque a los miembros que hacen uso de su conciencia y opinan con libertad.
Mientras el liderazgo adventista crea que las doctrinas están por encima de las personas y la justicia social, sencillamente seguirá condenada al fracaso. Convirtiéndose en irrelevantes para la sociedad y las nuevas generaciones. Excepto que aspire a ser un museo con lectores que creen alcanzar la salvación mediante la lectura endogámica.
Daniel A. Mora, es el editor para AToday Latinoamérica, tiene formación teológica en Argentina y Venezuela. Como adventista e hijo de pastor entiende la estructura del adventismo. Ha participado en diferentes publicaciones teológicas y colaboró como editor de dos libros, Apartadas para el ministerio: Una perspectiva bíblica sobre la ordenación y Elena G. de White, manteniendo viva la visión.