La Desindividuación del Individuo
Vivimos en la era del grupo, el colectivo, el pueblo y la religión. En la era donde el individuo no existe. En la era donde hablas de nosotros, porque si hablas de ti te tildan de egoísta, separatista, disidente o racista. Vivimos en la era donde escondes lo que realmente piensas, y no lo haces para cuidar a los otros, sino para cuidarte ti mismo, para no sentirte agredido, señalado, criticado o expulsado. La era donde ser “políticamente correcto” es la norma aún en detrimento de quién eres. La era donde los “haters” mandan y demandan, exigen y controlan.
¿Alguna vez pensaste que para el 2023 no serias libre para decir lo que piensas? ¿Alguna vez imaginaste que para esta época desarrollada el pertenecer le ganaría al ser? ¿Pensaste que el grupo (político, religioso, social) te controlaría?
De acuerdo con Carl Jung la individuación es el proceso a través del cual una persona se convierte en un individuo integrado llegando a ser uno mismo, alcanzando independencia y autonomía.
En 1952 Festinger, Pepitone y Newcomb, a partir de la individuación de Jung, pero esta vez en el área de la Psicología Social, desarrollaron el concepto de la Desindividuación, es decir, la pérdida de la conciencia individual en los grupos. El anonimato del uno entregándose al todo diluyendo su responsabilidad personal y consecuencias.
La posibilidad de juzgar al uno por el todo ha facilitado las declaraciones de juicio de unos individuos sobre los otros. Ellos son, ellos piensan, ellos hacen… y esta manera de ver y hablar sobre los otros, estos juicios subjetivos continúan desindividualizando a los individuos, minimizándolos y hasta idiotizándolos.
—Ellos no podrían entender…
—Ellos no tienen la capacidad…
—A ellos no les interesa saber…
Eso dijeron aquellos que alguna vez evitaron que la gente común leyera la Biblia, y en una cuestionable actitud condescendiente dijeron que, mejor unos pocos se encargaran de leerla y compartir solo lo básico, pues el conocimiento solo les haría daño, ya que estos no estaban listos para manejarlo. Las misas se dictaban en latín, separando a los pocos de los muchos, mientras los muchos eran tratados como grupo, siendo idiotizados con toda intención, minimizados y sobre todo masificados.
También dijeron los comunistas. Crearon un Estado protector que se encargaba de darles a las masas lo que necesitaban, un Estado que manejaba sus bienes y dictaba los códigos de conducta de aquellos a quienes llamaban pueblo, separando a los pocos de los muchos, ya que asumían, no sabrían hacer bien las cosas. Y los pocos convencieron a los muchos (al pueblo) de que tendrían justicia social y prosperidad, pero los muchos nunca tuvieron ni lo uno ni lo otro.
A los primeros les siguió la Reforma Protestante, con la diversificación de credos y con los grupos religiosos, que se prometieron no repetir los mismos males, pero que en la práctica solo siguieron aplicando el mismo patrón, pero esta vez en grupos menores. Pues los dogmas se siguieron imponiendo, la exclusión por cuestiones de pensamientos, la obediencia del todo en nombre de la unidad, los dictados de conciencia en nombre de Dios. Y todo partía de la boca de unos pocos, sobre los oídos de los muchos.
A los segundos le siguieron los movimientos sociales buscando igualar al todo y desindividualizar a los individuos. Y surgieron los muy conocidos “movimientos…” de todo tipo.
Pareciera que históricamente arrebatar la individualidad solo trae males y aún no lo aprendemos, pareciera que resulta más fácil ser del grupo que pensar por mí mismo y hacerme cargo de mis pensamientos.
El pensamiento masificado nos sigue gobernando, y hoy seguimos repitiendo las mismas frases decadentes de ayer, con cierta adaptación a nuestro hoy:
—La gente no sabe…
—La gente solo copia y pega…
—La gente solo mira TikTok…
—La gente está idiotizada con sus pantallas digitales…
—ChatGPT solo va a hacer a la gente más estúpida…
—Esto no se lo podemos enseñar a los “hermanitos de la iglesia” porque no lo van a entender…
—Yo sé que no está mal, pero mejor no lo digo por causa de los “débiles en la fe”, pues ellos aún no están preparados para esto…
La lista podría ser mucho más larga, pero detrás de cada declaración se sigue subestimando al individuo tratándole como un subnormal que no podría hacerse cargo de su propia vida.
Por ello, las declaraciones de los pocos, de aquellos que siguen abrazados al poder que gobierna a los muchos, se sigue disfrazando de un paternalismo descarado y de un egoísmo desbordante disfrazado de amor.
Pienso que la figura utilizada por Jesús al hablar del “Pastor y su rebaño” se ha llevado por el mal camino de la manipulación del individuo, degradando a estos últimos y convirtiéndolos en grupos de tontas ovejas incapaces de pensar por sí mismos.
Mientras sigamos tratando a los otros como pueblo, masa, rebaño, grupos, y no como individuos, seguiremos teniendo los mismos problemas.
Yo no soy un grupo, no soy un pueblo, no soy una masa. Soy una persona, un individuo con un ADN único. Soy una creación irrepetible, así como lo eres tú que estás leyendo.
Es cierto que formo parte de un grupo, desde los más pequeños hasta los más grandes. Soy parte de mi familia, de mi barrio, de mi iglesia, de mi país, pero sin perder de vista que soy un individuo que le aporta algo único a mi familia, a mi barrio, a mi iglesia y a mi país. Porque soy individuo, no hablo por el grupo ni el grupo habla por mí, no me someto al pensamiento del grupo ni espero que los otros se sometan al mío, porque intento alejarme de los pensamientos socialistas y religiosos que masifican a los individuos y los desfiguran arrebatándole lo más preciado, su individualidad.
La salvación que Jesús ofrece es individual, valora mi identidad y ser, como elementos validos para conectarme con Dios.
Yosvany García tiene una maestría en Artes y Ministerio Pastoral, Licenciado en Finanzas. Vive en Miami con su esposa, con quien tiene dos hijos. Le gusta hacer Crossfit y también ha escrito diferentes libros, entre ellos El Dreamer: #YoTambienSoyInmigrante.