El cambio que nuestra Iglesia no puede lograr
En caso que lo hayas olvidado, los adventistas tenemos muchos niveles administrativos. Sobre las iglesias y sus pastores hay una Asociación local, luego una Unión, le sigue una sede de la División, y por último la Asociación General. Cada una de estas organizaciones cuenta con un gran número de empleados, en algunos casos muy numerosos, y todos ellos repiten las mismas funciones que se realizan en los otros niveles.
Estas personas parecen estar muy ocupadas. Imprimen mucho papel, escriben muchos correos electrónicos y crean páginas web. Van de un lado a otro como oradores invitados. Sobre todo, asisten a reuniones para mantener en funcionamiento sus oficinas y las que están por debajo o por arriba de ellos. Te asombrarías de la cantidad de viajes que se requieren.
Parece que a los pastores les encantan estos cargos. Para considerarse exitoso en el ministerio pastoral, un pastor debe dejar sus iglesias locales y estar en una oficina. (Es muy raro que alguien en un puesto administrativo “deje” voluntariamente el cargo y se vuelva a convertir en pastor de una iglesia local).
Estamos llegando a dar por sentado que todos estos cargos son necesarios. A nadie se le pasa por la cabeza que podrían eliminarse niveles enteros y muy pocos en las iglesias lo notarían.
De vez en cuando hay presiones para eliminar algunas sedes. Las conferencias sindicales son el blanco de las iniciativas. Sin embargo, las iniciativas de este tipo nunca prosperan. Aquí se aplica una cita de Upton Sinclair: “Es difícil lograr que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”.
Mientras tanto, los pastores informan que sus iglesias están disminuyendo. La asistencia ha decrecido, en algunos casos drásticamente, desde Covid-19. No tienen Escuelas Sabáticas para niños, porque no hay niños. También disminuyen las donaciones. Algunos pastores viajan de una iglesia a otra, todas prácticamente vacías excepto por unas pocas cabezas canosas. Incluso las principales iglesias cercanas a grandes instituciones están más vacías que antes.
No obstante, en las oficinas apenas se reconoce este hecho. De nuevo: “Es difícil lograr que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda”.
¿Qué ocurrirá con el exceso de oficinas? El exceso de administración es una droga difícil de dejar. Es poco probable que alguna oficina o directivo se ofrezca voluntario para desaparecer, incluso cuando esté claro que ya no tienen nada que hacer.
Sin embargo, se aproxima un momento decisivo. Será interesante ver qué ocurre.
Loren Seibold
Adventist Today Executive Editor
31 May 2024