La cultura de la pureza: El abecedario
Por Lindsey Abston Painter | 16 November 2021 |
Hace un tiempo hablaba con un amigo que no creció y tampoco asiste a ninguna iglesia actualmente. Además, él es hombre. Intentaba hablar con él sobre lo que es para una joven crecer en una cultura eclesiástica fundamentalista, lo que concierne a salidos o citas, los hombres y el sexo. Y descubrí, bastante rápido, que la amplitud y la profundidad de lo que estaba describiendo no iba a ser nada fácil de explicar.
Y cuando pensé más en ello, me di cuenta de que muchas personas religiosas tampoco son conscientes del alcance de lo que se enseña a las jóvenes en los círculos cristianos, y las consecuencias de esas enseñanzas. Eso que describo tiene un nombre. Se llama cultura de la pureza.
De ahí este ABC sobre la cultura de la pureza.
¿Qué es la cultura de la pureza?
La cultura de la pureza es un conjunto de creencias generalizadas que se centran en la virginidad y la pureza espiritual, física y emocional de las mujeres y las jovencitas. Está influenciada por, y conectada a, las creencias sobre la superioridad y el liderazgo de los hombres. Incluyendo la jefatura masculina, la imposibilidad de que las mujeres sirvan en la misma posición de liderazgo que los hombres en la iglesia, y los roles tradicionales de género como que las mujeres están hechas para servir en el hogar, y los hombres proveen el sustento del hogar mediante el trabajo.
Estas son algunas de las cosas que aprendemos o nos enseñan cuando somos adolescentes:
- Los hombres tienen impulsos sexuales y una lujuria que está fuera de su control.
- Las mujeres desean amor, y los hombres solo sexo.
- Tu virginidad es un regalo para tu futuro esposo. Si la pierdes, no podrás recuperarla. Perderla te devalúa como novia; también como persona y mujer.
- El pudor es obligatorio. Dado que la lujuria de los hombres es incontrolable, el trabajo de la mujer es evitar que los hombres tropiecen.
- Los cuerpos de las mujeres son muy peligrosos y capaces de hacer pecar a los hombres. Por lo tanto, las mujeres estamos pecando si no nos cubrimos bien para proteger a los hombres.
- Incluso los pensamientos sexuales son pecaminosos. Si no estamos casados, tenemos que esforzarnos mucho para evitar que el más mínimo pensamiento sexual entre en nuestra mente.
- Si enseñamos a los niños y adolescentes sobre el sexo, van a querer hacerlo.
Analices estos puntos.
Los hombres son sexualmente impulsivos, con una lujuria que está fuera de su control
A todos los hombres les digo que entiendo como esta idea los beneficia mucho, porque así no se hacen cargo de las acciones irresponsables que puedan cometer debido a su “lujuria”. Un excelente ejemplo, fue el ex estudiante de la Universidad Stanford, Brock Turner, que violó a una mujer inconsciente detrás del contenedor de basura y solo fue condenado a unos días de prisión.
¡Ay pobrecito ese muchacho! ¡No pudo evitarlo! ¡Le invadió la lujuria! (Es sarcasmo por si no lo notaron).
Con todo, no sé cómo los hombres equilibran el ticket que reciben por ser sexualmente irresponsables, con la vergüenza que deben sentir porque les digan que son seres sin sentido, completos esclavos de sus deseos. ¿Eres un animal? ¿Irracional y sin sentido? La idea de que estás indefenso frente a tu impulso sexual, ¿no es un insulto insoportable a tu persona? Bueno … parece que algunos no les incomoda.
Las mujeres quieren amor, los hombres quieren sexo
Esto en todos los sentidos en muy dañino. ¡Vamos a poner las cosas como son! Las mujeres también quieren sexo. La sexualidad de las mujeres es diferente de la sexualidad de los hombres, pero la idea de que las mujeres simplemente no desean tener sexo, no solo confunde tanto a los hombres como a las mujeres que intentan seguir estos ideales, sino que simplemente es falso.
Por otro lado, los hombres también quieren amor. Podría escribir un artículo entero sobre las formas en que el patriarcado y la cultura de la pureza perjudica a los hombres. Un de estas ideas perjudiciales, es que a los hombres no les importa la intimidad emocional o la conexión con su pareja, y que solo quieren sexo. Esa estupidez destruye a la gente, destruye matrimonios, destruye vidas.
Tu virginidad es un regalo para tu futuro esposo. Si la pierdes, no podrás recuperarla. Perderla te devalúa como novia, y también como persona/mujer.
Algunos ejemplos de cosas que he oído a algunos decirle a una mujer que perdió su virginidad antes del matrimonio: chicle masticado, le comieron el pastel; está más recorrida que un mapa, esa flor se marchito o pañuelo de papel desechable.
Hay tantas cosas malas en esto que no sé ni por dónde empezar. Estamos hablando de una mujer, un ser humano. Una persona, con valor. Puede que te sorprenda saber que unir todo el valor de una jovencita a su virginidad es perjudicial en extremo. Permítanme darles algunas razones:
Nuestros cerebros no encienden un interruptor cuando decimos las palabras “Sí quiero”, frente a un pastor. No pasamos de ser criaturas totalmente asexuales, que protegen sus cuerpos y mentes de cualquier pensamiento sexual, a estar listos para recibir con entusiasmo a nuestro nuevo esposo en la cama. La cantidad de mujeres que se sienten culpables y avergonzadas por tener relaciones sexuales con sus propios esposos te sorprendería.
Y luego esto: las mujeres que son violadas no tuvieron la opción de perder su virginidad. ¿Siguen valiendo lo mismo que un pañuelo usado? ¿Para ser tiradas a la basura?
Las mujeres que decidieron o eligieron perder su virginidad antes del matrimonio, ¿qué pasa con ellas? Son seres humanos, hechos a imagen de Dios. No son chicles masticados. ¿Qué hizo que alguien pensara que estaba bien etiquetarlas como basura a causa de sus elecciones?
El pudor es obligatorio. Dado que la lujuria de los hombres es incontrolable, es trabajo de la mujer evitar que los hombres tropiecen.
Esto es similar a la idea de que los hombres no pueden controlarse a sí mismos, solo que va un paso más allá. Dado que los hombres son animales sin una pizca de autocontrol (¿frutos del espíritu? Ni hablar), depende de las mujeres protegerlos de sí mismas. Debemos ser, en todo momento, prudentes, modestas, virtuosas y llenas de pudor.
Esta idea se traslada a la cultura popular en general. Cuando una mujer es agredida o violada, a menudo la primera pregunta que la gente quiere saber es cómo estaba vestida, o qué estaba haciendo, o con cuántos hombres ha tenido ya relaciones sexuales. Porque la idea es que si un hombre tuvo sexo con ella (o la violó), no fue culpa de él. Él estaba fuera de control. La culpa fue de ella por no detenerlo, ya sea con medidas preventivas (pudor y comportamiento puro) o por contenerlo una vez que él la atacó.
¿Realmente necesito señalar lo absurdo que es esto, por no mencionar lo anti bíblico? ¿Que de alguna manera es responsabilidad de las mujeres evitar que los hombres pequen? ¿Recuerdas cuando un hombre le preguntó a Jesús qué debía pasar si él tenía lujuria y Jesús dijo que la mujer debía ser más recatada para protegerlo?
¿No? ¡Oh, es cierto! Jesús le dijo al hombre que se sacara su propio ojo. ¡Amigo, asuma la responsabilidad de tus propios pecados!
Los cuerpos de las mujeres son peligrosos y capaces de hacer pecar a los hombres. Por lo tanto, las mujeres estamos pecando si no nos cubrimos para proteger a los hombres.
Incluso los pensamientos sexuales son pecaminosos. Si no estamos casadas, debemos esforzarnos mucho para evitar que el más mínimo pensamiento sexual entre en nuestra mente.
Voy a tratar estas dos ideas juntas, ya que están estrechamente relacionadas. No puedo exagerar la enorme vergüenza que se nos enseña a las mujeres y a las niñas sobre nuestro cuerpo. Combinado con la falta de educación sexual, a menudo llegamos a la edad adulta sin ser capaces de nombrar adecuadamente las partes básicas de nuestro cuerpo. Muchas mujeres (¡y hombres!), criadas bajo la cultura de la pureza no entienden las funciones reproductivas básicas. Probablemente tenía 30 años antes de poder decir la palabra “cuerpo” cómodamente sin avergonzarme.
En la cultura adventista, también se nos enseña que bailar es malo. Estamos tan completamente desconectados de nuestros cuerpos que no aprendemos a ser personas completas. No aprendemos a escuchar a nuestro cuerpo cuando intenta comunicarse con nosotros. Tampoco sabemos cómo comunicarnos usando nuestros cuerpos. Y definitivamente no sabemos cómo tener una sexualidad saludable con nuestro cónyuge.
Si enseñamos a los niños/adolescentes sobre el sexo, van a querer hacerlo.
Esta idea siempre me hizo reír. Los adolescentes van a querer tener relaciones sexuales, ya sea que les enseñes o no. La mayoría de ellos, de hecho, tendrán sexo, les enseñes o no. La única diferencia es que los adolescentes educados saben cómo tomar decisiones más sabias con respecto al sexo, incluida la protección contra el embarazo y las enfermedades. Y una buena educación sexual también ayudará a los adolescentes a reconocer los comportamientos sexuales abusivos y a protegerse de estos. Hay una serie de estudios que muestran que la cantidad de actividad sexual entre los jóvenes cristianos y los jóvenes no cristianos es casi la misma, excepto que entre los jóvenes las tasas de embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y las conductas sexuales dañinas son mucho mayores. ¡La educación sexual integral es una cuestión evidente aquí!
En definitiva, la cultura de la pureza está causando más daño que bien a las mujeres y hombres, aunque las mujeres dentro de la iglesia son las más perjudicadas. Es curioso que el hecho de que te digan durante toda tu vida que tu valor está directamente ligado a tu virginidad no es una gran ayuda a la autoestima. No sólo eso, sino que la falta general de educación sobre el sexo deja a las mujeres jóvenes expuestas al abuso y al maltrato, y a los hombres jóvenes que aprenden sobre el sexo desde el peor lugar posible, la pornografía.
(Crédito a Carissa Nicole Winn, cuyo hilo viral de Twitter sobre la cultura de la pureza influyó e inspiró este artículo).
Lindsey Abston Painter es una educadora de salud mental que vive en el norte de California. Le apasionan el feminismo, la justicia social y la ciencia ficción. Es una madre orgullosa, y tiene demasiados gatos y un perro bobo. Este artículo fue publicado originalmente en el sitio web de AT en 2018.