Constantino, Colón y el nacionalismo cristiano
Hace aproximadamente 2.000 años, Jesús dijo: “El reino de Dios no es algo que pueda verse” (Lc. 17:20 TLA).
Es como si estas palabras fueron dichas teniendo el año 2022 en mente. Cristo nos desafía con la seguridad de que el Reino de los Cielos es realmente inminente. Sólo que no se va a manifestar de la misma manera que los imperios de este mundo han tratado de imponerse. Daniel 2 sirve de recordatorio perpetuo de los esfuerzos de Satanás por deponer al Dios del cielo. Su modus operandi es siempre el imperialismo: la fuerza, el poderío, la violencia y el sometimiento.
En un curioso giro de la vida, los cristianos (y los adventistas, en particular) han adoptado marcos imperialistas en lugar de mantener la lealtad al Reino de los Cielos. Es una situación muy incómoda, dado que sabemos cómo termina esta saga épica. Lo que sigue aquí es un esfuerzo por replantear y revisar la narrativa del gran esquema de este mundo para construir otra torre que llegue al cielo.
Alerta de spoiler: no funciona. Sin embargo, lo que debemos notar son los fundamentos consistentes de la injusticia, la opresión y el despojo que son antitéticos al Evangelio y al Reino de Dios.
Definamos los términos
Los lectores encontraran muy útil el siguiente glosario:
- Imperialismo cristiano: cuando los cristianos se vuelven anticristianos al abrazar la oferta del imperio que Jesús rechazó (Mateo 4:8-10; Juan 6:15; 18:36). No confiando en la espada del Espíritu, codician el cetro del César. La “i” mayúscula y la “c” minúscula se usan para indicar los rasgos recesivos y dominantes de esta religión mutante. Su insaciable apetito de imperio supera su capacidad de empatía.
- Nacionalismo cristiano: el vástago del imperialismo cristiano que sincretiza las identidades nacionales y religiosas para consolidar el poder, utilizando a Jesús como su mascota y haciendo una cruzada contra quien sea el chivo expiatorio del día. Una vez más, la “N” en MAYUSCULA indica el rasgo de carácter que triunfa cuando se intenta amalgamar los sistemas de valores irreconciliables de Dios y Satanás.
- Nacionalismo cristiano blanco: cuando los cristianos de ascendencia europea rechazan las enseñanzas de la roca sólida del judío palestino de piel morena, Jesús, e idolatran a un Cristo escandinavo construido sobre la arena que se hunde de la blancura construida socialmente.
- Colombofilia: Cuando los habitantes de las zonas rurales y suburbanas descubren y despojan la cultura primitiva y los bienes inmuebles de primera calidad ocupados por los urbanitos pobres que necesitan desesperadamente la evangelización y el aburguesamiento.
Replanteemos el panorama general
A menudo presentamos la evolución de la historia cristiana en torno a la fidelidad de los diez mandamientos por parte de cada una de las distintas reiteraciones religiosas. Tendemos a evaluarlas en función de su adhesión al Decálogo. La Reforma fue buena porque nos acercó de nuevo a los mandamientos. Constantino fue malo porque cambió el cuarto mandamiento.
Este tipo de visión limitada no logra captar la idea más amplia, más grande. La principal corrupción de Constantino no es la cuestión del sábado al domingo, sino la amalgama del imperio y el cristianismo para formar lo que más tarde se llamó cristiandad. Los objetivos de la iglesia y el Estado se vuelven inseparables y totalmente corruptos. Cuando el cristianismo se vuelve coercitivo, prácticamente nadie se convierte, pero casi todos se corrompen. Es este espíritu el que lleva a los 1260 años de opresión religiosa. Es este espíritu el que estableció la Doctrina del Descubrimiento y engendró su vástago, el Destino Manifiesto. Todos los protestantes siguieron su ejemplo cuando obtuvieron el poder político y militar para hacerlo.
Este es el área de reforma necesaria que casi ninguna denominación quiere abordar seriamente. Esto es lo que hace que nuestra democracia sea tan frágil. Es una amenaza mucho mayor para la libertad religiosa que el secularismo o las cuestiones de orientación sexual. La historia ha demostrado que ninguna fuerza externa ha ejercido la capacidad de perseguir a los cristianos como la propia iglesia, cuando confunde a Dios con el gobierno.
Una visión amplia
Jesús dijo no al imperio en la tentación del desierto. En el año 300, líderes eclesiásticos como Eusebio se cansaron de ser perseguidos por el imperio y abrazaron el nuevo estatus privilegiado que hizo posible un Constantino todavía idólatra, que vio el potencial unificador de la propaganda cristiana imperializada (porque sólo era co-emperador, junto con otros tres, de un Imperio Romano dividido).
El resultado fue la búsqueda de una iglesia universal bajo el liderazgo de un obispo supremo con sede en Roma. Siempre buscando expandirse y saquear, esta Iglesia Imperial con sede en Roma envió misioneros/mercenarios a “descubrir” nuevas tierras, porque si los habitantes no son cristianos, entonces no pueden ser dueños legítimos de la tierra, aunque vivan allí. (Esto está relacionado con la noción romana de terra nullius, pero esa es otra discusión).
Todas las potencias europeas, protestantes y católicas, bebieron el vino del materialismo, el racismo y la explotación económica en nombre de Jesús mientras colonizaban África, Asia y América. El informe toxicológico se encuentra en toda nuestra historia jurídica, política y económica hasta el presente. La Doctrina del Descubrimiento fue instigada por los papas, pero ratificada a través de la legislación estadounidense y las decisiones de los tribunales hasta el siglo XXI.
A través de la historia
Así que volvamos a Constantino, porque Constantino es realmente un buen punto de partida. En el año 312 d.C., Dios supuestamente envía una visión al emperador Constantino I, ordenándole conquistar mediante el signo de la cruz. Cuando Lactancio y Eusebio popularizan el relato, nace el imperialismo cristiano. Los líderes de la Iglesia aceptan la tentación que Jesús rechazó y abrazan la estructura de poder contra la que Jesús advirtió. Pretendiendo ser los sucesores de Pedro, los papas tomaron la espada del César después de que Jesús le dijera a Pedro que bajara la suya.
Entonces el legado de los papas se convirtió en un icono cuando en el año 449, el Papa León I escribió su famoso Encíclica e instó al Emperador Teodosio a que ayudara a resolver una disputa religiosa – un ejemplo del sincretismo entre el cristianismo y el Imperialismo que traería 1260 años de hegemonía religiosa y persecución como se predijo en la Biblia (Daniel 7:25; Apocalipsi. 12:6,14; 13:5).
Los papas construyeron una marca casi indestructible de imperialismo cristiano. Esto se manifiesta especialmente en el año 1452, cuando el Papa Nicolás V emite la bula Dum Diversas para bendecir el saqueo y la esclavización de los africanos. “Le otorgamos por estos documentos presentes, con nuestra Autoridad Apostólica, permiso pleno y libre para invadir, buscar, capturar y subyugar a sarracenos y paganos y otros infieles y enemigos de Cristo dondequiera que se encuentren, así como sus reinos, ducados, condados, principados, y otros bienes […] y para reducir sus personas a la esclavitud perpetua”.
Y este es el comienzo de la madurez de lo que se conocería como la colonización moderna. Este es el antecedente directo de por qué, como se ha recitado popularmente, “En 1492, Colón navegó por el océano azul”. Luego “En 1493, Colón robó todo lo que veía”.
También en 1493, el Papa Alejandro VI emitió una bula papal, Inter Caetera, concediendo las tierras recién “descubiertas” a Fernando, Isabel y Colón. Decía: “Entre las demás obras que agradan a la Divina Majestad… ésta es sin duda la más importante, que en nuestros tiempos especialmente la fe católica y la religión cristiana sean exaltadas y aumenten y se extiendan por todas partes… y que las naciones bárbaras sean derrocadas y llevadas a la fe misma”. Alejandro maldijo cualquier interferencia con “la ira de Dios Todopoderoso y de los benditos apóstoles Pedro y Pablo”.
Luego, en 1496, el rey Enrique VII de Inglaterra emite una patente que dice: “Se sabe y se manifiesta que hemos dado y concedido… a nuestro bien amado Juan Cabot… encontrar, descubrir e investigar cualesquiera islas… o provincias de paganos e infieles… que antes de este tiempo eran desconocidas para todos los cristianos. Juan y sus hijos… podrán conquistar, ocupar y poseer cualesquiera de tales pueblos, castillos, ciudades e islas”.
En 1513 se redactó El Requerimiento para que los conquistadores lo anunciaran a los indígenas que iban a invadir. En él se incluían estas palabras: “reconozcáis a la Iglesia por Señora y Superiora del universo mundo y al sumo pontífice llamado Papa… Si no lo hicieres… os certifico que con la ayuda de Dios entraré poderosamente contra vosotros y os haré guerra por todas las partes y maneras que tuviere y sujetaré al yugo y obediencias de la iglesia… y tomaré vuestras personas y las de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos”.
¿Buscando la libertad religiosa?
Aunque a menudo esterilizamos los esfuerzos en el Nuevo Mundo bajo el barniz de los solicitantes de asilo en busca de libertad religiosa, lo que en realidad ocurrió fue una manifestación remezclada y una nueva escisión del viejo bloque del imperialismo. En 1682, el puritano Cotton Mather busca la captura de William Penn y de “cien o más de los herejes y malignos llamados cuáqueros”. Recomienda “vender todo el lote a Barbados, donde los esclavos alcanzan buenos precios en ron y azúcar”, para evitar que el Señor sea “burlado en el suelo de este nuevo país” (Christa Reinach y Alan J. Reinach, Politics and Prophecy, 94).
Después, en 1823, la sentencia de la Corte Suprema de EE.UU. en el caso Johnson contra McIntosh codifica la Doctrina del Descubrimiento, aclarando que “el descubrimiento de este inmenso continente, las grandes naciones de Europa estaban ansiosas por apropiarse de él… Las potencias del viejo mundo no encontraron ninguna dificultad en convencerse de que compensaban ampliamente a los habitantes del nuevo, otorgándoles la civilización y el cristianismo”. Y al hacerlo, perpetuar aún más la brutalidad del imperio y afirmar una vez más el imperialismo cristiano.
También en 1860, se estableció el primer internado indio en Yakima, Washington. Las iglesias desempeñaron un papel importante en esta misión de asimilación forzada. Hasta la Ley de Bienestar del Niño Indio de 1978, los padres nativos americanos no tuvieron derechos legales para rechazar el traslado de sus hijos a internados o su adopción por familias blancas.
En 1878, el discurso del senador estadounidense Aaron A. Sargent sobre la inmigración china mostró la ideología nacionalista cristiana que había detrás de la Ley de Exclusión China cuando dijo: “Que el misionero vaya a China y convierta a estos hombres de sus prácticas paganas, que lave sus ropas y las blanquee con la sangre del Cordero, y entonces, siendo aptos para la ciudadanía estadounidense… que vengan como inmigrantes” (Learning from All the Faithful: A Contemporary Theology of the Sensus Fidei, editado por Bradford E. Hinze, Peter C. Phan, 59).
Luego, en 1898, estalló la Insurrección de Wilmington cuando el movimiento supremacista blanco “Redención” dio un golpe de estado contra los líderes cívicos negros y blancos progresistas debidamente elegidos de Wilmington, Carolina del Norte. Tras su campaña de noviembre con incendios, saqueos, asesinatos y destierros, los redentores tomaron el control del gobierno, en nombre de Jesús. Es útil señalar que éste es sólo un caso de un esfuerzo de “reclamación” masiva en marcha durante este tiempo.
En 1900, la Rebelión de los Bóxers intentó librar a China de los forasteros. Fue reprimida por fuerzas militares aliadas europeas y estadounidenses, alegando que tenían que proteger a sus misioneros. ¿Cuándo aprenderemos que acoplar las iniciativas misioneras y las invasiones militares provoca el resentimiento hacia el Evangelio? Sin embargo, sólo tres años después, en 1903, la explicación del presidente William McKinley para colonizar las Filipinas manifestaba el mismo espíritu.
Me arrodillé y oré a Dios Todopoderoso para que me diera luz y orientación más de una noche. Y una noche, tarde, se me ocurrió lo siguiente… que no eran aptos para el autogobierno y.… que no nos quedaba otra cosa que hacer que tomarlos a todos, y educar a los filipinos, y elevarlos, civilizarlos y cristianizarlos.
En 1928, Dietrich Bonhoeffer, el famoso teólogo que fue ejecutado por oponerse al régimen nazi, estuvo en su momento infectado por el nacionalismo cristiano. Se le cita diciendo: “El crecimiento [del Volk, o pueblo alemán] requiere expansión; un aumento de la fuerza implica apartar a otros individuos… ¿No debería un Volk que experimenta el llamado de Dios… seguir esa llamado, aunque desprecie las vidas de otras personas?” (Reggie L. Williams, Bonhoeffer’s Black Jesus, 11-12). Sin embargo, esto debería sorprender porque hubo muchos cristianos que vieron varios beneficios en la expansión de este régimen, e incluso algunos adventistas también lo hicieron (cf. Harold Alomia, “Fatal Flirting: The Nazi State and the Seventh-day Adventist Church”, Journal of Adventist Mission Studies, Vol. 6 [2010], No. 1, Art. 2).
Así, en 1955, el presidente Dwight Eisenhower firmó la ley HR 619, que exigía que “In God we trust” [En Dios confiamos] apareciera en todas las monedas y billetes. El senador Charles E. Bennett impulsó este proyecto de ley para combatir el “comunismo materialista” porque, aparentemente, el capitalismo no es materialista en absoluto. El hecho es que el senador Bennett sólo confiaba en un dios blanco con sus monedas de plata y dólares verdes, dado que el senador estaba entre los firmantes del Manifiesto del Sur de 1956. Sin embargo, hubo todo un movimiento múltiple para combatir este mismo tipo de política y gobierno excluyentes. En 1964, en “¿La papeleta o la bala?” Malcolm X impugnó el statu quo de la vida estadounidense. ¿Podríamos haber controlado mejor el nacionalismo cristiano blanco si hubiéramos prestado atención? Malcolm argumentó: “Toda la estructura eclesiástica de este país es el nacionalismo blanco… eso es lo que predican, el nacionalismo blanco. Tienen a Jesús blanco, a María blanca, a Dios blanco, a todo el mundo blanco – eso es el nacionalismo blanco”.
Durante los sesenta años que siguieron, nuestra nación ha presionado constantemente los límites del imperialismo cristiano, el nacionalismo cristiano y todo lo demás. En 2005, la sentencia del Tribunal Supremo de EE.UU. en el caso City of Sherrill vs Oneida Indian Nation reafirmó la Doctrina del Descubrimiento, diciendo: “Según la ‘doctrina del descubrimiento…’ el título de honorarios [propiedad] de las tierras ocupadas por los indios cuando llegaron los colonos pasó a ser del soberano -primero la nación europea descubridora y después los estados originales y los Estados Unidos”.
Entonces, el 6 de enero de 2021, un día que pasará a la historia como el Día de la Insurrección, el mundo entero asistió a la invasión del Capitolio de EE.UU. por parte de neonazis que llevaban camisetas con lemas genocidas; neoconfederados que desfilaban con su bandera sediciosa; terroristas que pretendían colgar al vicepresidente en horcas construidas junto a una cruz; y nacionalistas cristianos que invocaban un servicio de oración y alabanza tras saquear las cámaras del Congreso. Todo con el objetivo de anular los resultados de las elecciones presidenciales de 2020. Y aquí estamos en 2022, donde un número creciente de iglesias estadounidenses están organizando cursos de ciudadanía bíblica porque quieren que la iglesia gobierne el Estado. Y el presidente de uno de los seminarios más grandes del mundo ahora se identifica como nacionalista cristiano.
¡El Rey viene!
En Daniel 2, la conclusión de la visión es un profundo clímax y resolución cataclísmica. Mientras toda la estatua es cuidadosamente curada, esculpida y moldeada, de repente se produce una interrupción violenta y devastadora. Una pequeña piedra se desprende de una montaña, “pero no con manos humanas”, y se precipita para borrar toda la magnífica estructura, y esa pequeña piedra se convierte en una gran montaña en el lugar de la imagen. La ausencia de manos humanas extrayendo, fundiendo, esculpiendo o moldeando materias primas para convertirlas en bienes de consumo muestra que el nuevo orden de Dios no depende de ninguna de nuestras innovaciones sociopolíticas. Dios no usará ningún material de la estatua, sino que triturará esas estructuras de poder y dispersará su polvo en el viento.
Por eso debemos ser cautos a la hora de abrazar cualquier programa económico o cultural. Tenemos que vivir en esa misteriosa tensión de estar en el mundo, pero no ser parte del mundo. Parece que incluso el adventismo lucha con el colombismo global en nombre de la misión, estableciendo a veces pequeños satélites hegemónicos del adventismo que niegan las auténticas expresiones indígenas de la fe en favor de las normas euroamericanas. ¿Podría esto también convertirse en paja con el establecimiento de la gran montaña de Dios? La redención del mundo por parte de Dios está llegando, no a través del despliegue del imperialismo o del nacionalismo, sino mediante su desaparición.
Carl McRoy es pastor ordenado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, presentador de la revista Message “Your Liberation Library” y autor de Yell at God and Live, R U Tuff Enuff e Impediments to Power. Le gusta pasar tiempo con la familia, hacerse pasar por historiador aficionado.
Christopher C. Thompson escribe sobre cultura y comunicación en thinkinwrite.com. Es autor de Choose to Dream. Cuando no está escribiendo, hace footing o se pone a ver Designated Survivor. Está casado con Tracy, que enseña en la Universidad de Oakwood.