“¿Te mentiría?”: Los límites de la verdad
El título de este artículo está tomado de un show británico. El programa comienza con dos equipos de tres miembros cada uno. Un miembro del equipo uno cuenta un extraño incidente personal, y los miembros del equipo dos lo interrogan intentando descubrir si está diciendo la verdad o mintiendo.
Las historias falsas eran contadas de manera que resultaban ser muy engañosas e ingeniosas. Por ejemplo, un miembro de un equipo afirmó que él y un compañero se quedaron atrapados durante tres horas en el lavado de autos automático, que estaba funcionando, pero luego se averió. Al equipo dos, le resulto difícil saber si la historia era verídica (la historia resulto ser cierta y el auto quedo con los vidrios muy limpios).
Los diccionarios definen la “mentira” como “decir deliberadamente algo que no es cierto”. Para algunos, esta definición incluye narraciones tan ficticias como la saga de Narnia de C. S. Lewis y Harry Potter de J. K Rowling; de hecho, se excluye toda ficción, con lo que se nos niegan algunas de las expresiones más profundas de la verdad.
Pero es difícil catalogar las historias de ficción como mentiras. En general, sabemos que la ficción es inventada. Incluso Jesús uso historias ficticias para explicar sus enseñanzas: véase la historia del hombre rico y Lázaro en Lucas 16:19-31.
¿Por qué la gente miente?
La mentira es un mal común en nuestra cultura, negocios, gobiernos e incluso en la Iglesia.
La gente miente porque le ayuda a prosperar o a obtener ventajas. Las mentiras también ayudan a evitar consecuencias indeseables. Por ejemplo, la gente miente en los tribunales para evitar ser condenada. Los diputados o senadores mienten para obtener ventajas políticas y eludir responsabilidades.
Y hasta el mejor de nosotros puede que no sea del todo sincero como realmente está el auto que vende.
La Biblia parece bastante clara respecto a la actitud de Dios ante la mentira: “No mientan. No engañen a su prójimo. No juren en mi nombre solo por jurar, ni profanen el nombre de su Dios. Yo soy el Señor” (Lev. 19:11, cursiva añadida). Pablo repite este versículo cuando insta a los lectores de sus cartas a no mentirse unos a otros (Col. 3:9; Ef. 4:25). La profundidad de la condena divina de la mentira se revela claramente en el noveno mandamiento: “No levantarás falso testimonio contra tu prójimo” (Éx 20:16; Dt 5:20), que se repite varias veces en el Nuevo Testamento (Mt 15:19; 19:18; Mc 10:19; Lc 18:20; Ef 4:25).
El sabio Salomón dice claramente: “El testigo verdadero jamás engaña; el testigo falso propaga mentiras.” (Proverbios 14:5). El conflicto cósmico refuerza esta distinción. Satanás no puede decir la verdad, “Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!” (Juan 8:44). Dios, en cambio, nunca miente: “… esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes de la creación” (Tito 1:2); de hecho, “es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18 NVI).
Dios es luz pura y en él no hay oscuridad alguna (1 Juan 1:5. Véase también Santiago 1:17), y esa es la alternativa a la que todos nos enfrentamos: si vivimos en la luz o en las tinieblas; por la verdad o por la mentira. ” Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad” (1 Juan 1:6).
¿Toda la verdad?
¿Es tan sencillo? A veces sí. Pero no todas las situaciones están exentas de complicaciones. Pablo exhorta a los efesios a madurar y a no dejarse engañar “por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas. Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” (Efesios 4:14-15, cursiva añadida).
Así que incluso decir la verdad requiere estar bajo el poder del amor. Tal vez hayas oído a alguien decir algo cruel y luego decir: “¡Pero si sólo digo la verdad!”. Decir la “verdad” sobre el error que una persona cometió en el pasado puede tener un motivo cruel y carece de amor.
Sin embargo, exponer las verdaderas faltas de alguien, ya sea en privado o en público, puede estar motivado por los celos más que por el amor. Un pastor compartió conmigo una vez su prueba para saber cuándo hablar y cuándo callar: uno debe preguntarse a sí mismo si es verdad, si es necesario y si es amable (Ef. 4:32; Col. 3:12-13).
¿Las mentiras siempre son malas?
¿La mentira es mala en todo momento y en cualquier situación, o también pueden decirse con el amor de Cristo? Piensa en los siguientes dilemas.
Un esposo borracho y maltratador se enfrenta a su cuñado, exigiéndole que le diga el paradero de su hermana que es esposa del ebrio. Éste sabe dónde se esconde y sabe que el esposo, si la llega a encontrar, la golpeará e incluso puede asesinarla ¿Debería decirle el lugar donde su hermana se esconde, guardar silencio o incluso mentir?
La madre con una enfermedad terminal le pide a su hijo que le prometa, cuando ella muera, que él ponga toda la fortuna de ella en el ataúd. Él le da su palabra, sabe que, si se niega ella conseguirá a otra persona para que cumpla su deseo. Después que su madre muere, él no pone ni un centavo dentro del ataúd, sino que decide distribuir la riqueza entre los pobres. ¿Hizo mal?
La mentira cuya intención es beneficiar al mentiroso es egocéntrica por naturaleza. No manifiesta ninguna preocupación por las víctimas de sus mentiras ni se preocupa por su futuro después de que las engañó exitosamente dejándolas desamparadas. Los mentirosos de este tipo no muestran ningún remordimiento por las víctimas de sus engaños. Si un mentiroso busca el perdón, la responsabilidad recaerá en el otro y no en sí mismo. La compasión puede ser simplemente un elemento del engaño. Se sigue obteniendo una ganancia mal habida.
Sin embargo, no todas las mentiras son simples herramientas del mentiroso egocéntrico. Piensa en la historia de una famosa familia cristiana que protegió a judíos en su casa de Ámsterdam durante la ocupación nazi, como se cuenta en la película El Refugio Secreto.
Motivos para mentir
Los soldados alemanes acababan de visitar la relojería de Casper ten Boom. Cuando se fueron, la familia se reunió en una habitación individual en el piso de arriba, Betsie les dijo que se alegraba de no haber estado en la tienda cuando los nazis llamaron: le preocupaba no saber cómo respondería a sus preguntas, porque ella no iba a mentir.
Eusi (el apodo del cantor Meyer Mossel, uno de los que la familia ocultaba) salto y y visiblemente afectado le pregunto: “¿Quieres decir que, si hubieras estado en la tienda, delatarías a tus amigos judíos ‘para preservar tu boca de ser contaminada por una mentira’?”.
En su defensa, Betsie recordó a Eusi el noveno mandamiento. Eusi, a su vez, le recordó que se referían a la vida humana. Le dijo que él podría mentir (noveno mandamiento), robar (octavo mandamiento) e incluso matar (sexto mandamiento) para salvar la vida de aquellos judíos de Amsterdam, algunos de los cuales, presas del miedo, se suicidaron antes que revivir el horror de volver a la Alemania nazi o a los campos de concentración.
Eusi planteó a Betsie tres preguntas bíblicas que tienen que ver con la mentira.
- Rahab la antepasada del Mesías de los cristianos, ¿acaso no mintió para salvar a los espías hebreos de la captura y la muerte (Josué 2:3-4)?
- ¿No mintió la madre de Moisés sobre el nacimiento de su hijo a los egipcios para salvarle la vida (Éxodo 2:2-3), y no bendijo Dios a Moisés y a su familia?
- ¿No mintieron las parteras al Faraón para excusarse de haber salvado a los bebés varones hebreos (Éxodo 1:15-19)? ¿Y no las bendijo Dios por ello (vv. 20-21)?
“Cuidado con la moral selectiva; tiene consecuencias peligrosas”, advirtió Eusi. Los diez Booms admitieron que tenían documentos falsos, cartillas de racionamiento robadas y un radio, todo cuidadosamente escondido, aunque estaba totalmente en contra de la ley, cuya posesión era, en efecto, mentir. “¿Cómo justificas esas mentiras?”, preguntó Eusi. “Todo lo que te pido es que, hagas lo que hagas, apliques ese mismo razonamiento para salvarnos la vida a los judíos. Debo tener tu respuesta ahora”.
Opa (Casper ten Boom) respondió a la conmovedora súplica de Eusi: “Hoy juramos ser Rahab y las parteras. Lo que les pase a ustedes, que también nos suceda a nosotros”. Una vez dicho esto, se subió el cuello de su abrigo para mostrar una estrella de David amarilla cosida en la espalda. Eusi preguntó incrédulo: “¿Llevas ese símbolo?”. Opa asintió con la cabeza, a lo que Eusi, conmocionado por la compasión y el valor de Opa, se desplomó en su silla, puso su cara entre los brazos y lloró de gratitud.
Casper ten Boom fue finalmente llevado a una prisión nazi, donde murió a los diez días.
Fue el padre ten Boom quien evaluó correctamente la verdadera situación y no Betsie, demostrando el amor a Dios y al prójimo al instar a su familia a contar “una bella mentira” y convertirse en un hogar seguro en medio de los tiempos más peligrosos y oscuros.
Para Jesús y para Pablo, los dos mandamientos que estaban por encima de todos los demás mandamientos eran el amor total a Dios y el amor sin reservas al prójimo como si fueras tú mismo (Mateo 22:37; Marcos 12:29-31; Lucas 10:27-37; Romanos 13:8-10). Si bien, no justifica a todas mentiras, estos mandamientos superiores permiten ver la simple prohibición del 9° mandamiento con una perspectiva totalmente diferente.
Norman H. Young, PhD. es un erudito del Nuevo Testamento y profesor jubilado del Avondale College, Australia..
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