¡Quédate y haz la diferencia!
Algunos de nosotros tenemos edad suficiente para recordar los últimos años de la década de 1960, cuando aquí en Estados Unidos empezaron a aparecer anuncios y calcomanías con el desafío: “América: ¡ámala o déjala!”.
El contexto histórico necesario para entender semejante exigencia incluía la guerra de Vietnam, las protestas contra la guerra en los campus universitarios y las relaciones raciales en plena ebullición. Las mujeres con faldas cortas y los hombres con el pelo largo, junto con el control de la natalidad y la revolución sexual, hicieron que muchos desearan tiempos más sencillos en los que los hombres eran el sostén de la familia y las mujeres las amas de casa.
Cualquiera que fuese el genio del marketing que ideó la campaña “America-Love it or leave it” (América: ámala o déjala) no pudo comprender la realidad de que quienes protestaban contra la guerra, los prejuicios raciales y los estereotipos de género lo hacían porque amaban a su país. No querían abandonarlo; querían que fuera mejor.
Algunos habrán notado un sentimiento similar expresado recientemente en la Iglesia Adventista: “Si no te gusta la iglesia, si no te adhieres a sus dogmas tradicionales, vete”. La implicación: “Estamos mejor sin ti”.
Martín Lutero, Guillermo Tyndale, Juan Wesley y otros nunca pretendieron iniciar nuevos movimientos religiosos. Sólo querían crear espacios en los que se honraran y practicaran las escandalosas afirmaciones del Evangelio.
Hoy ocurre lo mismo. Quienes se preocupan por la Iglesia no ven ninguna contradicción entre su lealtad a la vida y el ministerio de Jesús y el cuidado del medio ambiente; el trabajo por la igualdad racial, de género y económica; la práctica de una teología inclusiva; y la vivencia del mandato de Jesús de “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y tus fuerzas. . . . Y ama a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos. 12:30, 31).
Adventist Today sueña con una iglesia en la que su fidelidad a Jesús signifique que todos tengan voz y un lugar al que pertenecer. Un lugar donde la lealtad se mide por su compromiso de corregir los errores del pasado y trazar un futuro mejor, más generoso y más inclusivo para todos. Tu apoyo a nuestra recaudación de fondos ayudará a hacer realidad ese sueño.