¿Qué es tener éxito en el ministerio?
Hace siete años, la pastora Jolanda Aantjes se trasladó a Hall, un pequeño pueblo de una zona rural del centro de los Países Bajos, para servir como pastora de la Iglesia Protestante Unida (PKN). En una entrevista reciente en Christian Daily habló de su ministerio.
Los domingos, una media de 25 de los cerca de 600 habitantes del pueblo asisten al culto en la histórica iglesia de Ludgerus, construida en 1395 y que lleva el nombre de un misionero del siglo IX entre los frisones.
No ha sido fácil mantener la iglesia. La última ceremonia de bautizo tuvo lugar en 2007. Hace poco, una señora de 60 años se bautizó como fruto algo tardío (y bastante inesperado) de un curso Alpha, una introducción evangelizadora interdenominacional a la fe cristiana. Fue el primer servicio bautismal desde 2015.
Jolanda se ha propuesto orar a diario por un avivamiento en su iglesia y se niega a desanimarse. Sigue convencida de que la iglesia cristiana -incluida su pequeña congregación- tiene futuro.
El deseo de triunfar
Mientras leía la entrevista, me preguntaba cómo la pastora Jolanda Aantjes ha podido mantener su entusiasmo y su pasión. No oculta su convicción de que tiene una responsabilidad espiritual con toda la comunidad del pueblo. Lleva la palabra “pastor” impresa en negrita en sus blusas y camisetas. Conoce a todos los habitantes del pueblo y se pregunta constantemente qué puede decir o hacer para atraer a más personas a su iglesia.
Al mismo tiempo, se alegra de que, en el entorno holandés totalmente secular en el que vive y trabaja, unas pocas docenas de personas sigan siendo creyentes y acudan regularmente a la iglesia. ¿Dónde estará dentro de cinco o diez años? ¿Seguirá en Hall, orando por el próximo bautismo? ¿O buscará un nuevo reto que le prometa más éxito?
El éxito pastoral
Los pastores son humanos y, al igual que sus feligreses, anhelan el éxito en su trabajo. Los pastores adventistas no son una excepción. Pero, ¿cuántos pastores adventistas del mundo occidental se consideran exitosos? ¿Y qué es lo que realmente cuenta cómo éxito?
¿Tienen éxito los pastores si cumplen las expectativas de sus miembros, de la junta directiva de su iglesia y de los directivos de su asociación? ¿Tienen éxito si su iglesia crece numéricamente como resultado de actividades evangelizadoras regulares, con al menos unos cuantos bautismos cada año? ¿Tienen éxito si todavía hay un grupo de jóvenes numeroso en su iglesia? ¿Tienen éxito cuando las iglesias a su cargo no están plagadas de conflictos y disputas, como les ocurre a muchos de sus colegas?
Si así es como se define el éxito, no es extraño que muchos pastores renunciaran. A muchos les resulta imposible satisfacer las expectativas de las diversas partes interesadas con las que tienen que tratar. Buena parte de los miembros no tienen ni idea de lo que hace un pastor y se preguntan por qué tantos pastores sufren de agotamiento o renuncian a su vocación.
Muchos de los dirigentes que trabajan en las oficinas de las asociaciones, uniones o divisiones han olvidado hace tiempo lo difíciles que pueden llegar a ser las juntas directivas de las iglesias, y cómo se corrobora constantemente el principio de Pareto (la idea de que el 20% de los clientes son responsables del 80% de todos los problemas). Pocos comprenden la profunda decepción que se produce cuando el baptisterio permanece sin usarse durante años y años, c
Definir el éxito
Hace unos 50 años, James F. Engel, experto conductista (1934-2016) desarrolló una escala para analizar las etapas del éxito en la evangelización. Una de las diversas adaptaciones de esta escala enumera las distintas etapas como una progresión de -10 a +10.
Según esta escala, el éxito evangelístico comienza cuando surge una conciencia de lo sobrenatural. Progresa a través de un interés inicial por el cristianismo (-8) y una actitud positiva hacia el evangelio (-4), hasta el arrepentimiento y la fe (-1), y luego continúa en la iniciación en la iglesia (+2), el crecimiento del carácter cristiano (+5), la adopción de un estilo de vida cristiano (+7), hasta convertirse en un verdadero discípulo que quiere compartir su fe con los demás (+10).
Tener éxito no es sólo ver a alguien avanzar desde la etapa -10 hasta la etapa +10. El verdadero éxito es también cuando ayudamos a alguien a avanzar un solo peldaño en la escalera para convertirse en discípulo de Cristo. Conozca o no la escala de Engel, me parece que la pastora Jolanda Aantjes define así su éxito en el ministerio como ocurre en muchas de nuestras iglesias más pequeñas.
¿Tuve éxito?
A veces me pregunto hasta qué punto he tenido éxito en las diversas tareas eclesiásticas que he desempeñado. Considero que algunas de mis actividades han sido un éxito.
Pero no todo han sido éxitos en las instituciones eclesiásticas que dirigí. La División Transeuropea y la Unión Holandesa no crecieron a pasos agigantados. No iniciaron numerosos proyectos brillantes simplemente porque yo formara parte de su administración durante varios años.
Si tengo que ser completamente sincero, admitiría que algunas cosas podrían haber salido mejor si yo no hubiera participado en ellas.
Poco a poco aprendí a ver el éxito desde otra perspectiva. De vez en cuando la gente me dice que algo que dije o escribí tuvo un impacto positivo en su vida; que leyeron algo en uno de mis libros que les ayudó a ver un asunto con el que estaban luchando desde una nueva perspectiva; que tomar un café conmigo en un momento crucial de su vida les dio el ánimo que necesitaban imperiosamente en ese preciso instante. Estas cosas cuentan como un auténtico éxito.
Pequeños pasos
Quizás los pastores adventistas deberían aprender a definir el éxito en términos de la escala de Engel: es decir, los pequeños pasos hacia un objetivo deseado deben contarse como verdadero éxito. Y quizá muchos pastores (yo incluido) deberíamos aprender a prestar más atención a las pequeñas señales que indican que nuestro ministerio es apreciado, al menos por algunos, y que el mero hecho de “estar ahí” para al menos algunas personas, cuando necesitaban nuestro apoyo, ha marcado una diferencia real.
Para los pastores, centrarse en la felicidad y la satisfacción que aportan esos momentos, en lugar de sucumbir a una preocupación constante por si han sido capaces de satisfacer las expectativas de los miembros y/o líderes de la iglesia, puede suponer un gran avance hacia un ministerio mucho más feliz.
Además, me parece que la forma en que Dios evalúa nuestro éxito está mucho más cerca de la de James Engel que del énfasis en factores cuantitativos y numéricos que nuestra iglesia tiende tan a menudo a asociar con el éxito.
Reinder Bruinsma vive en los Países Bajos con su esposa, Aafje. Trabajó para la Iglesia Adventista en publicaciones, educación y administración eclesiástica en tres continentes. Todavía mantiene una apretada agenda de predicación, enseñanza y escritura. Tiene un blog en http://reinderbruinsma.com/.