Pastor adventista gana un juicio por discriminación y abuso
Después de sufrir «abusos sexistas» y «condiciones insoportables», la pastora Lerato Makombe ganó un caso histórico por despido injustificado en el tribunal laboral de Ciudad del Cabo. Makombe comenzó sus prácticas en la Asociación del Cabo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en enero de 2014. Una vez que se convirtió en pastora, la fueron cambiando de puesto sin consultar con la asociación.
A lo largo de su ministerio Makombe fue constantemente marginada por sus feligreses. Su traslado a George en 2019 se convirtió en su destino más hostil. Allí, los feligreses la atacaron con humillaciones en un grupo de WhatsApp, le impidieron realizar tareas pastorales basándose en la creencia de que esas responsabilidades solo debían ser asumidas por pastores varones y la degradaron públicamente. Los miembros de la iglesia creían que sólo los hombres podían ocupar puestos de autoridad y que sus abusos no eran más que un intento de defender «convicciones religiosas y bíblicas».
Los intentos de Makombe de buscar apoyo en la asociación fueron recibidos con indiferencia; le dijeron que no podían controlar a sus feligreses.
Según un artículo sobre su caso, «Makombe desarrolló una afección médica como consecuencia de ello, y la iglesia no mostró simpatía ni compasión, optando en su lugar por tildarla de quejosa en serie».
Tras varias denuncias sin respuesta y una creciente hostilidad debido a su género, su salud mental se deterioró, lo que la llevó a ser hospitalizada. Finalmente, Makombe renunció en noviembre de 2020.
La Comisión de Conciliación, Mediación y Arbitraje (CCMA) desestimó inicialmente su demanda alegando que su renuncia se debía a la discriminación de género y a la negligencia del empleador. Sin embargo, el juez Gandidze, del Tribunal Laboral Interino de Ciudad del Cabo, anuló la decisión de la CCMA y exigió una indemnización. Se ordenó a la iglesia pagar 12 meses de salario (aproximadamente 13.087 USD) en un plazo de 20 días.
El juez también ordenó a la iglesia cubrir los gastos de Makombe durante su tiempo como pastora, «citando no sólo su acierto en la solicitud, sino también el trato “”incomprensible» que recibió de la iglesia, que supuestamente sostiene una ética de cuidado y compasión». El juez señaló que la iglesia la había abandonado básicamente, diciendo que no podía controlar las acciones de sus feligreses.
Un funcionario de la CCMA afirmó que la Iglesia había intervenido para ayudar a Makombe, pero una investigación posterior demostró que esta afirmación era falsa. El juez Gandidze reprendió a la Asociación del Cabo por su intencionada negligencia ante la gravedad del asunto, indicando que su inacción causó un perjuicio considerable.
Al final, el juez dictaminó que «la renuncia de Makombe no fue voluntaria. Tuvo que hacerlo para evitar una recaída porque su empleador no la protegió y no consideró la posibilidad de trasladarla a otros distritos donde sería aceptada por la feligresía». El juez afirmó que todo empleador, incluidas las iglesias, está sujeto a la legislación laboral.
En el momento de redactar este informe, la Asociación del Cabo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día no ha respondido con ningún comentario.