Nuestra iglesia dentro de 180 años
Es el año 2200. ¿Qué ha sido de la Iglesia Adventista del Séptimo Día?
Ahora bien, algunos lectores dirán: “Eso no sucederá; estoy seguro de que Jesús vendrá antes”.
Pero veamos esto, ya han pasado aproximadamente 180 años, desde que se inició el enfoque con gran interés de la segunda venida de Jesús a principios de la década de 1840. Si pudiéramos hablar con Guillermo Miller, Jaime White, Ellen White y con muchos de sus contemporáneos, se sorprenderían al saber que llegó el año 2023 y Jesús todavía no vino.
¿Y pasan otros 180 años más? ¿Será que el pasado es una ventana al futuro?
La evidencia
Es probable que los discípulos de Jesús se sintieran sorprendidos, decepcionados y desconcertados de que Él no vino mientras ellos vivían. Después de todo, creyeron en estas palabras:
- “Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino” (Mateo 16:28)
- “Les aseguro que no terminarán de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre” (Mateo 10:23)
- “Les aseguro que no pasará esta generación hasta que todas estas cosas sucedan”. (Mateo 24:34)
- “Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire” (1 Tesalonicense 4:17)
En base a las propias palabras de Jesús, esperaban experimentar personalmente la segunda venida.
“…ellos [los primeros apóstoles] no vislumbraron un futuro lejano. Creían apasionadamente que Dios estaba a punto de cumplir sus promesas milenarias a Israel: redimir la historia, derrotar el mal, resucitar a los muertos y establecer un reino universal de justicia y paz. Su fuente inmediata de esta buena nueva había sido la profecía del propio Jesús”.[1]
La expectativa de este fenómeno conocido como “en breve” se prolongó hasta los tiempos de la Edad Media.
“Los escritores del Medievo dividieron la historia en periodos como las ‘Seis Eras’ o los ‘Cuatro Imperios’, y consideraron que su época era la última antes del fin del mundo”.[2]
En 1844 había otro grupo de personas que también “creían apasionadamente” que Jesús vendría en breve. Ellos tampoco veían un futuro lejano. Pero también ellos se sintieron decepcionados.
Muchos adventistas actuales tienen padres o abuelos, o incluso ellos mismos, que se asombraban de que el tiempo durara lo suficiente como para terminar la escuela secundaria, o la universidad, o casarse, o tener hijos, o jubilarse. Mis padres experimentaron y expresaron esa incredulidad.
Hace sesenta años, durante la crisis de los misiles cubanos, pasé una tarde por casa de mi novia. En mitad del salón había una pila de material de campamento, comida y provisiones. A aquella familia le parecía que había llegado el momento de huir a las montañas. Se acercaba el final.
No tan pronto
“Pronto” no ha dado ningún resultado durante 2.000 años, salvo decepción y posiblemente desilusión.
Creo que las pruebas disponibles dicen que es totalmente posible, quizá probable, que los humanos lleguen a ver el año 2200. La evidencia nos dice que predecir fechas o incluso periodos de tiempo en general es un ejercicio inútil.
En todas las épocas desde que Jesús recorrió el Oriente, los creyentes se han sorprendido por la duración del tiempo. Han pasado 2.000 años. ¿Qué son otros 180 años? ¿Es eso menos creíble que los 2.000 años de decepción que hemos tenido hasta ahora? Yo creo que no.
Este tema es un verdadero desafío ya que hemos sido profundamente instruidos para pensar en términos de inminencia con respecto a la segunda venida, al igual que, aparentemente, lo han sido los cristianos de todas las épocas. Creemos saber cómo se desarrollarán los acontecimientos. Oímos comentarios como “pronto” todo el tiempo. Las condiciones mundiales son malas. Los desastres naturales aumentan. La economía está en crisis. La delincuencia hace estragos. El Papa está haciendo algo sospechoso. La cultura es horrible. La ley dominical es inminente. Hay otra guerra. Sin duda, ¡Jesús vendrá!
Bueno, sí, podría venir pronto. O puede que no. Basado en la historia, no puedo decirlo. ¿Y usted? Hasta ahora, durante estos 180 años, las expectativas de inminencia del adventismo han sido sencillamente erróneas. ¿Qué hemos aprendido de esta realidad?
Creo que insistir en el “pronto”/ “en breve” durante cientos de años es insostenible, insano, poco realista e indefendible. “Pronto” nunca ha sido realmente tan pronto, y francamente no tenemos ni idea de cuándo el “pronto” será exacto. Durante 2.000 años, el “pronto”/ “en breve” ha sido inexacto.
Los creyentes decepcionados de la década de 1840 en un advenimiento inmediato recalcularon el “pronto” basándose en turbias teorías relativas a los años 1843-1844. Esas teorías también, como las de los apóstoles, han resultado erróneas con el paso del tiempo. Cada generación de adventistas sigue alejando el “pronto” hacia el futuro. “Pronto” constantemente se hace tarde.
Un día un pronosticador de “pronto” ¡tendrá razón! Jesús vendrá. Pero ten por seguro que será una coincidencia.
Sin embargo, ¿cuál es el impacto de 2.000 años -o 180 años- de pronósticos constantemente erróneos? ¿Es saludable? ¿Se pierde credibilidad en el mensaje? ¿Deberíamos incluso seguir haciendo predicciones? Al fin y al cabo, el propio Jesús dijo que vendría cuando nadie lo esperase. Cuando nadie lo imagine. Por la pura lógica de esa afirmación, ¡los expertos en predicciones se equivocarán cuando Jesús venga de verdad! Entonces, ¿para qué predecir?
El año 2200
En nuestro escenario hipotético, hemos llegado al año 2200. ¿Cuál es la naturaleza de la Iglesia Adventista del Séptimo Día? ¿Ha seguido equivocándose sobre la inminencia de la segunda venida durante casi 400 años? ¿Ha ajustado su perspectiva y su mensaje basándose en la cruda realidad del paso del tiempo? ¿Por qué es conocida la Iglesia? ¿O sigue siendo desconocida en gran parte?
Aquí hay algunas preguntas para reflexionar sobre la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el año 2200:
- ¿Existe todavía la Iglesia Adventista del Séptimo Día?
- ¿La Iglesia perdió su razón de existir originaria desde que Jesús no ha venido? Si es así, ¿Ha encontrado una nueva razón de existencia?
- ¿Las expectativas escatológicas de la Iglesia se han vuelto poco realistas para los miembros y el público?
- ¿Cuál es la relevancia de la Iglesia para este mundo y sus habitantes?
- ¿Cuál será el objetivo principal de la iglesia?
- ¿Será que la iglesia cambió a un enfoque del “reino está entre ustedes ahora”?
- ¿Habrá llegado el Evangelio a todas las naciones y pueblos?
- ¿Seguirán los sermones y las conferencias públicas de los líderes eclesiásticos comenzando con “Jesús vendrá pronto, Amén”?
- ¿La Iglesia introdujo modificaciones para reconocer las circunstancias del pasado?
Quizá la última pregunta sea la más importante en este momento. ¿Es el momento de redefinir quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos? ¿O debemos seguir funcionando con la mentalidad del “pronto”, con todo el peso que conlleva? ¿Cómo sabremos cuándo ha llegado el momento de evolucionar? ¿Cuáles serían las consecuencias de abandonar la mentalidad del “pronto”? ¿Hasta qué punto sería arriesgado para la Iglesia y sus miembros cambiar? ¿Quién apretaría el gatillo?
Mi hipótesis de trabajo es que la iglesia no cambiará mediante ninguna acción oficial de ningún tipo. La estructura de liderazgo de nuestra comunidad no está preparada para iniciar un cambio significativo, aunque quisiera.
Yo diría que, en la vida real, el lema “pronto” ya se está desvaneciendo en las sombras de nuestra comunidad. La Iglesia ya está cambiando de forma orgánica, a pesar de lo que digan pastores, teólogos o líderes eclesiásticos. Hay muchas pequeñas evidencias. Los sermones sobre el juicio investigador, la segunda venida, el cielo y los acontecimientos de los últimos días han disminuido significativamente durante mi vida. Hay menos enfoque en señales y eventos de los últimos días. Hay menos seminarios de habilidades para prepararse para el tiempo de angustia. Siento que aun sin cambios en la posición de la iglesia, más y más adventistas son escépticos del “Pronto”. Hay una fatiga del “Pronto”.
En el año 2000, Malcolm Gladwell publicó el libro The Tipping Point (El punto de inflexión). Fue un éxito. La contraportada de mi edición afirma que “El punto de inflexión es ese momento mágico en el que una idea, tendencia o comportamiento social cruza un límite, se propaga como la pólvora”.
En algún momento, la tendencia a alejarse del “pronto” alcanzará un punto de inflexión en el que será inoperante a nivel informal de nuestra comunidad, sin tener en cuenta las declaraciones formales de creencias.
Hay una expresión que he encontrado útil en mi trabajo de consultoría. Es ilógica, pero uno sabe al instante lo que significa y suele sentirse estimulado por ello: “Si esta cosa (empresa, institución, misión) no existiera, ¿qué inventaríamos para reemplazarla?”.
Si la Iglesia Adventista del Séptimo Día dejara de dar importancia al “pronto” y a las cosas asociadas al “pronto”, ¿qué destacaría? ¿Cuál sería su razón de ser?
Las personas más bondadosas del mundo
Me disponía a hablar del apóstol Juan en un grupo pequeño. Me di cuenta de que los adventistas están mucho más en sintonía con Juan el Revelador que con Juan el evangelista. El Juan del Evangelio tiene tanto que decir sobre el amor y la identidad de los cristianos como apasionados por la gente, pero nosotros miramos más allá, a las bestias.
¿Qué ocurriría si pasáramos los próximos 180 años desarrollando nuestra personalidad individual y corporativa, y la cultura de nuestra hermandad, en la dirección de ser las personas más amorosas, generosas y sanadoras del mundo?
¿Estaría mejor situado el reino de los cielos que si continuáramos con el ritmo de “Pronto” durante esos 180 años?
La nueva realidad del sábado
Hace poco escuché con gran interés el podcast[3] de un tal Ezra Klein, columnista del New York Times. Klein hace un podcast sobre su renovado interés en observar el sábado como una bendición para él. No lo enfoca tanto desde el punto de vista religioso, sino basándose en su descubrimiento de que tener un sabbat le beneficia.
Los adventistas han considerado históricamente el sábado más como una obligación legal que como una bendición o una alegría, a pesar de que Jesús dijo que el sábado se hizo para el hombre, y no al revés.
¿Qué pasaría si la Iglesia Adventista llegara a ser conocida como la campeona del sábado por sus bendiciones para la humanidad? ¿Y si desarrolláramos todo un conjunto de estrategias de investigación e información que comunicaran los beneficios del sábado a un mundo secular? ¿Y si hiciéramos eso por la humanidad sin necesidad de hacerlo para sacarle provecho evangelistico?
¿Sería una buena manera de invertir 180 años?
El reino es ahora
Jesús se refirió con frecuencia al “reino de Dios”. Muchas de esas referencias hablan en presente. Por ejemplo, “…he aquí, el reino de Dios está en medio de vosotros” (Lucas 17:21). Pero también está claro que Jesús habla del reino en tiempo futuro en otros versículos. Mi conclusión es que el reino existe tanto ahora como en el futuro.
El reino de Dios, ahora y en el futuro, muestra ciertos valores universales entre sus ciudadanos. Uno de esos valores aparece en Mateo 25 en la parábola de las ovejas y las cabras. Ese valor es el cuidado de los demás y del prójimo.
Ese valor del cuidado está estrechamente relacionado con el fenómeno del amor del que hemos hablado antes.
¿Qué pasaría si la Iglesia Adventista pasara los próximos 180 años en una vida intensa de cuidado? ¿Serviría mejor al reino de Dios que si la Iglesia pasara ese tiempo tocando el tambor del “pronto”?
Siempre preparados
Me gustó mucho el arreglo bluesy de la canción “You’d Better Get You Ready” de los King’s Heralds. El potente sólo del tenor Jerry Patton definió la dinámica musical. (Una vez canté con Jerry; me avergoncé de mi voz).
El mensaje principal de la melodía era: “Será mejor que te prepares, que te prepares, para probarte tu larga túnica blanca” porque ” el Rey Jesús está a punto de llegar”. Por supuesto, la letra encajaba perfectamente con el meme adventista de prepararse para que Jesús viniera “pronto”.
Aun así, la idea misma de “prepararse” para la segunda venida me ha desconcertado. Esas palabras son palabras de acción que he oído toda mi vida. “Prepararse” implica la necesidad de hacer cosas.
Pero creo que no se puede estar más preparado que simplemente confiando y descansando en Jesús. Punto. El llamado a prepararse o estar preparado desvía la atención hacia uno mismo y lo aleja de Jesús. ¿Qué pasaría si pasáramos los próximos 180 años aferrados a Jesús y a los dones que nos ha dado, y nos olvidáramos de estar preparados? En Jesús, siempre estamos preparados.
En resumen, si efectivamente faltan al menos 180 años para que Jesús regrese, ¿a qué quieres que se dedique esta comunidad de la que formamos parte? ¿Hay mejores maneras de centrar nuestra atención, nuestros recursos y nuestras energías que las que hemos empleado durante los últimos 180 años? Tú puedes elegir. Nosotros podemos elegir.
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[1] When Christians Were Jews, Paula Fredriksen, p. 1
[2] “Middle Ages,” Wikipedia
[3] The Ezra Klein Show, January 3, 2023, “Sabbath and the Art of Rest”
Edward Reifsnyder es consultor médico. Él y su esposa, Janelle, viven en Fort Collins, Colorado.
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