¿Logrará un robot que da estudios bíblicos terminar la obra?
Hace unos meses (el 15 de septiembre de 2023, para ser exactos), el doctor Joo-hee Park, presidente de la Universidad Adventista de Salud Sahmyook de Corea, informó a los participantes en la conferencia de la sección asiática de la Red Global Adventista de Internet (GAIN-Asia) sobre un proyecto único: Park y su equipo les presentaron un robot llamado ADAM que puede servir como instructor asistente de la Biblia.
El robot está siendo entrenado en el conocimiento de la Biblia y en los detalles de las 28 Creencias Fundamentales Adventistas. Park aseguró que el “entrenamiento” del robot será extremadamente minucioso, ¡para asegurar que “él” no difunda ninguna información errónea! (¡La Asociación General estará encantada de que el robot sea aparentemente masculino!) En otras palabras, ADAM viene con una garantía anti-herejía.
Un eslogan clave en la reunión de GAIN fue “Tecnología para la misión”. La Iglesia Adventista ha sido pionera entre las organizaciones religiosas en la utilización de las nuevas tecnologías en su labor misionera. Fuimos los primeros en adoptarlas en el ámbito de la edición y la impresión. Desde el principio, los adventistas hicieron hincapié en la importancia de la página impresa y establecieron imprentas allí donde se abría un nuevo campo de misión. Más tarde, los adventistas fuimos pioneros en el ministerio radiofónico y, posteriormente, en el uso de la televisión y la tecnología por satélite con fines evangelísticos.
Me pregunto si la comunidad adventista necesita realmente ADAM, aunque el robot esté totalmente familiarizado con la enseñanza oficial adventista. Pocos negarán que el uso de las nuevas tecnologías para promover la misión de la Iglesia es algo positivo. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la tecnología, por importante que sea, no es más que una herramienta.
La tecnología nos proporciona instrumentos para transmitir un mensaje, pero no debe confundirse con el mensaje en sí.
El contenido es lo primero
Implementar una nueva tecnología es, en realidad, la parte fácil. Requiere algunas personas con conocimientos técnicos y una financiación adecuada. La Iglesia siempre ha sido bastante buena en la compra, instalación y funcionamiento de equipos tecnológicamente avanzados.
Pero con demasiada frecuencia, ahí es donde termina nuestra posición de primera línea.
En los años ochenta trabajé varios años en la rama editorial de la Iglesia en el continente africano. En aquella época teníamos siete editoriales con imprentas en esta parte del mundo. La calidad de la impresión era en la mayoría de los casos superior a la de las imprentas comerciales. En conjunto, estas instituciones contaban entre 400 y 500 empleados técnicos (tipógrafos, impresores, encuadernadores, etc.).
Pero el número total de autores, editores, diseñadores y fotógrafos empleados por las denominaciones en el continente africano no llegaba a la docena. Era un ejemplo desconcertante de cómo la tecnología tenía prioridad sobre la creatividad. La cadena de producción técnica, más que el mensaje, ocupaba el primer lugar.
Este estado de cosas ha sido típico de gran parte de la escena mediática adventista en el pasado y sigue definiendo gran parte de la metodología misionológica de la iglesia.
Espero que la Iglesia, a todos los niveles, siga utilizando la última tecnología disponible. Desde la pandemia de coronavirus, servicios como Skype, Zoom, Team y otras plataformas, así como la retransmisión de servicios de culto, se han desarrollado de una forma que no podríamos haber imaginado ni siquiera hace unos años. La tecnología informática está en todas partes. Cuando predico en algún lugar, disfruto viendo a jóvenes que contribuyen al buen funcionamiento del servicio de la iglesia manejando los proyectores, la iluminación y el sistema de sonido.
Pero, ¿no será que corremos el peligro de olvidar que el contenido de lo que pretendemos comunicar -independientemente de los medios tecnológicamente avanzados- debe ser nuestra primera preocupación?
Contenido que importa
Los sermones que predicamos los predicadores (yo soy uno de ellos), ¿se relacionan suficientemente con las preguntas reales de los miembros de la iglesia que se sientan en el banco o frente a la pantalla del ordenador? ¿Usamos un lenguaje que puedan entender? ¿Utilizamos imágenes y citamos ejemplos que les lleguen al corazón además de al cerebro? El sistema de sonido puede ser perfecto, pero ¿comunicamos realmente la verdad “presente”, es decir, contemporánea y relevante?
¿Fomenta la iglesia a autores consagrados y noveles que puedan escribir libros que hagan pensar a la gente y aporten frescura espiritual? ¿Buscamos (y apoyamos) a mujeres y hombres que puedan escribir artículos y libros que desafíen a los lectores con nuevas ideas, les ayuden a tomar decisiones como las de Cristo y les permitan enfrentarse a los problemas de la vida cotidiana? ¿Anima la Iglesia a autores y diseñadores a crear herramientas que aporten nuevas ideas teológicas y apunten a soluciones éticas valientes para los problemas de hoy?
El mundo está lleno de imprentas que pueden producir nuestros libros, y la tecnología actual de impresión a demanda ha facilitado más que nunca la producción de libros. Lo que necesitamos, más que impresores y programadores, son autores creativos y artistas gráficos que puedan presentar la versión adventista de la fe cristiana de una manera auténtica, nueva, creíble y convincente.
¿Producen nuestros ministerios de medios de comunicación programas que despierten la imaginación de los espectadores e inciten su curiosidad? ¿O atienden principalmente al gusto del segmento más conservador (y a menudo anciano) de la Iglesia, deseoso de ver refritos y confirmados los puntos de vista tradicionales?
Me parece que eso es lo que ocurre con organizaciones independientes como 3ABN, pero también con otros ministerios de televisión.
La tecnología es genial, pero…
La pregunta crucial es: ¿atrae y valora la Iglesia el tipo de talento creativo que logra volver a contar el mensaje adventista de tal manera que pueda “aterrizar” en las mentes del siglo XXI? ¿Crean los departamentos de medios de comunicación de la Iglesia el tipo de programas que harán que los más jóvenes, o los que sólo están vagamente interesados en la religión, cuando pasen por los canales, se queden con un programa adventista durante más de unos segundos?
La nueva tecnología sólo nos sirve si tenemos el tipo de contenido adecuado que ofrecer. La tecnología -ya sea un robot coreano o cualquier otra innovación de alta tecnología- no nos permitirá por sí sola llegar a las mentes y los corazones de las personas que nos rodean. El contenido es lo primero: un mensaje fiel al núcleo cristiano-adventista, pero no oscurecido por una jerga que sólo entienden los iniciados, y centrado en cuestiones de antaño más que en las preocupaciones de hoy.
Dicho todo esto, reconozco gustosamente que hay personas comprometidas, con talento y muy creativas, que intentan hacer lo que he defendido en los párrafos anteriores. Pero espero y deseo que su tribu aumente exponencialmente.
[Foto de portada: Marcos Paseggi, Adventist Review]
Reinder Bruinsma vive en los Países Bajos con su esposa, Aafje. Trabajó para la Iglesia Adventista en publicaciones, educación y administración eclesiástica en tres continentes. Todavía mantiene una apretada agenda de predicación, enseñanza y escritura. Tiene un blog en http://reinderbruinsma.com/.