¿La luz menor refleja con precisión a la luz mayor?
por Richard W. Coffen | 23 de agosto, 2022 |
A lo largo de mis casi nueve décadas de miembro en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, he oído hablar de Ellen White como una “comentarista inspirada” que escribió “comentarios inspirados”.
Después de una cuidadosa búsqueda no he podido encontrar un solo caso en el que Ellen White se describiera a sí misma en esos términos. Aunque algunos de nosotros la hemos considerado como una fuente de información inerrante o infalible, ella misma reconoció en una carta a su sobrino: “Acerca de la infalibilidad, nunca pretendí tenerla”.
En realidad, dentro de su amplia producción de “la luz menor”, encontramos casos en los que claramente ella malinterpretó lo que dijo la “luz mayor”. Como alguien que se ha beneficiado de sus escritos, permítanme señalar respetuosamente algunas de las formas en que Ellen White pasó por alto algunos puntos claves de ciertos pasajes de las Escrituras.
La sintaxis y la gramática
En Génesis 3, la primera pareja vivía en un jardín que YHWH plantó en un lugar geográfico conocido como el Edén. Dios lo plantó con muchos árboles y le dijo al varón recién creado, que aún no tenía nombre personal, que podía comer de todos los árboles menos de uno: el árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:8,16,17). YHWH también “construyó” (esa es la palabra hebrea) una compañera femenina para el hombre.
Más adelante, una astuta serpiente que podía hablar y acechaba en el árbol prohibido, empezó a conversar con la primera mujer sobre el fruto prohibido. No parece que la mujer se viera sorprendida por la serpiente habladora. La astuta serpiente convenció a la mujer de que el fruto prohibido era lo que realmente ella necesitaba.
Sin embargo, aquí está el aporte de Ellen White: “Ella [Eva] erró primero al apartarse de su esposo“. Ella repitió esta misma idea más tarde: “distraída en sus agradables labores, inconscientemente se alejó del lado de su esposo“.
Según Ellen White, la primera mujer se convirtió en un blanco fácil (¡terminología mía, no de ella!). La suposición inherente a su descripción del evento es que la mujer habría podido resistir la tentación si hubiera permanecido al lado de su esposo.
La mujer se fijó en que el fruto del árbol sí se podía comer, y que sólo de verlo se antojaba y daban ganas de alcanzar sabiduría. Arrancó entonces uno de los frutos, y comió. Luego le dio a su esposo, que estaba allí con ella, y también él comió (Génesis 3:6 TLA, énfasis añadido).
La Traducción en lenguaje actual no es la única. En la versión King James –usada por Ellen White– también indica que su esposo estaba allí con ella. La gramática en el hebreo es una frase preposicional más el sufijo sustantivo masculino. Barry Bandstra dice en su libro Genesis 1-11: A Handbook on the Hebrew Text, “la frase es esencialmente la cláusula relativa acortada (que estaba) con ella”.
Entonces parece que el esposo de Eva estaba a su lado todo el tiempo que ella estuvo conversando con la serpiente habladora, pero permaneció callado. Finalmente, cuando ella mordió el fruto prohibido, ofreció un pedazo a su esposo, que había estado a su lado todo el tiempo pero que, por alguna razón, había permanecido en silencio.
¿De dónde habría sacado Ellen White esta idea de una mujer solitaria? Probablemente de un libro de su biblioteca, El Paraíso Perdido de John Milton.
Según Milton, Satanás:
…los busca a los dos, pero desea con preferencia encontrar a Eva separada de Adán; lo deseaba, aunque no con la esperanza de alcanzar lo que tan rara vez sucedía; cuando, según su deseo y contra su esperanza, descubre a Eva sola, velada por una nube de perfumes. (Book IX, lines 421-425).
Milton continuó diciendo que el tentador:
…va en busca de Eva y se adelante por el camino que aquélla había seguido por la mañana en el momento en que se separaron. Adán debía pasar cerca del árbol de la ciencia y encontró a Eva, que acababa de separarse de él. (Op. Cit., lines 847-849).
Arthur White, en una carta con fecha del 25 de febrero de 1953, dijo que J. N. Andrews le había dado a Ellen White su copia de El Paraíso Perdido, pero (según su nieto) ella llevó el libro a su cocina, donde lo colocó en un estante alto y no lo miró. La implicación era que, debido a los pensamientos similares expresados tanto por John Milton como por Ellen White, Dios reveló la misma información a ambas partes. (Por supuesto, Arthur no pudo estar presente en el momento en que Andrews regaló a Ellen White El Paraíso Perdido para conocer este detalle personalmente).
De nuevo: La Escritura no dice nada de que Eva se haya alejado de Adán. Más bien, la gramática y la sintaxis hebreas indican que Adán estaba con Eva en el lugar de la tentación y la caída.
Las palabras
Una misma palabra puede tener múltiples significados. “Buckle”, por ejemplo, puede significar dos cosas casi contrarias en inglés: sujetar o ceder bajo un gran peso, rendirse.
Comprender el contexto y el lenguaje original puede ayudarnos a entender mejor el significado que se busca. En El Conflicto de los Siglos parece que Ellen White malinterpretó el significado de la palabra griego en 2 Tesalonicenses 2:9, 10.
La venida del Señor debe ser precedida de la operación de Satanás, con todo poder, y con señales, y con maravillas mentirosas, y con todo el artificio de la injusticia. 2 Tesalonicenses 2:9, 10.
Desafortunadamente, Ellen White cortó la primera parte del versículo 9, que habla de “cuyo advenimiento es por obra de Satanás” (RV60). Ella también malinterpretó la palabra “after” [después] como una preposición que denota una secuencia en el tiempo. Ella concluyó que la segunda venida de Jesús ocurrirá “después de la obra de Satanás”.
La palabra griega kata, que la King James Version traduce como “after” [después], se puede traducir de varias maneras, aunque por lo general no implica un sentido cronológico. La palabra significa “según”, como en “según la carne” (Romanos 9:3); también puede traducirse “con respecto a”, “en conformidad con” o “de acuerdo con”.
Pablo, en ese pasaje no estaba hablando de Jesús, como supuso Ellen White. Más bien, el apóstol se estaba refiriendo a un “inicuo” que se comporta de manera similar a como lo hace Satanás. Este ser malvado realizará milagros engañosos. El individuo al que se refiere este pasaje no es el Jesús que regresa, sino su opuesto: un engañador.
El contexto
Tal vez hayas escuchado el chiste del predicador al que no le gustaba cierto peinado exagerado que llevaban algunas mujeres de su iglesia. Así que para un sermón eligió como texto de su predicación Mateo 24:17: “el que esté en la azotea de su casa que no baje a sacar nada”. Para resaltar su punto, elimino el inicio y el final del versículo, por lo que sonaba como “baje el peinado”. El chiste muestra lo imprudente de sacar las palabras de su contexto para que digan lo que uno quiere que digan.
En varias ocasiones, Ellen White parecía desconocer el contexto literario inmediato: es decir, lo que quería decir el autor original. Desde un punto de vista práctico, ese método hace que el mensaje bíblico sea poco efectivo. Un ejemplo de cómo White no entendió el contexto literario e histórico, es Zacarías 13:6:
Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos.
Ellen White citó este versículo en Primeros escritos: “Jesús mostrará sus manos señaladas por los estigmas de su crucifixión”, a los que se burlaron de Jesús en la cruz. En Hechos de los Apóstoles, ella se refiere a “a la extensión de sus manos” en la crucifixión citando Zacarías 13:6, como ilustración de cómo murió Jesús: clavado con sus manos en la cruz.
¿La persona a la cual se refiere Zacarías 13:6 es a Jesús y a las cicatrices de su crucifixión? Basándonos en el contexto se puede concluir que no.
La palabra “profeta” significa “hablar en nombre de”. En algunas de las antiguas religiones del Cercano Oriente, ciertos individuos afirmaban hablar en nombre de su deidad. Sin embargo, no todos los profetas lo hacían. Jeremías, por ejemplo, tuvo un enfrentamiento cara a cara con el falso profeta Ananías (Jeremías 28:5-17).
Algunos falsos profetas, que decían hablar en nombre de YHWH, habían proliferado entre el pueblo de Dios. Una limpieza era inminente. “Un manantial” sería “abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.” (Zacarías 13:1). La limpieza de YHWH “quitaré de la tierra los nombres de las imágenes [ídolos]”. También “haré cortar de la tierra a los profetas” (versículo 2). Los padres de un falso profeta le dirían a su hijo mentiroso: “no vivirás, porque has hablado mentira” en nombre de YHWH (versículo 3). Estos padres “le traspasarán cuando profetizare [lo matarán]” (versículo 3).
En su vergüenza, el falso profeta abandonaría la indumentaria del profeta, “el manto velloso” de Eliseo (verso 4). Deberá negar su ocupación como profeta, y podría afirmar que es un agricultor (versículo 5), mostrando como pruebas sus heridas en las manos.
Algunas personas lo sabrían mejor, y dirían que este falso profeta se había auto-mutilado, al igual que los falsos profetas del Monte Carmelo. El impugnador diría: “¿Qué heridas son estas en tus manos? ” (versículo 6). El falso profeta debía responder que se había herido en casa de un amigo (versículo 6). Una mentira llevaría a otra y a otra.
Así que cuando se lee en el contexto, la persona con las heridas no era Jesús, sino un falso profeta mentiroso, contrario a lo que Ellen White dijo.
La malinterpretación
El hecho de que tengamos a Ellen White en alta estima y la consideremos inspirada, no debemos pasar por alto estos ejemplos en los que ella malinterpretó de un modo u otro un versículo de las Escrituras. Ellen White no fue ni es la única que lo hizo. Encontramos ejemplos iguales entre los escritores del Nuevo Testamento, que parecen haber seguido la práctica rabínica común de leer en los versículos del Antiguo Testamento significados que los autores originales no tenían en mente. Esto es especialmente obvio en las llamadas profecías mesiánicas: casi todas ellas fueron sacadas de contexto y aplicadas por escritores posteriores a la venida del Mesías. Aunque los escritores de los evangelios pueden tener derecho a dar un nuevo significado a las profecías, también tenemos que admitir que estas interpretaciones no pasarían la prueba hoy en día como ejemplos de una exégesis adecuada.
Ellen White, con su escasa educación primaria, tenía una buena excusa para las malas prácticas exegéticas. Nosotros no la tenemos. Me parece que la conclusión más razonable en su caso es la siguiente: aunque sea una autoridad inspirada, no era una comentarista infalible que escribiera comentarios infalibles sobre las Escrituras. Así que tiene sentido que ella se refiriera a sus escritos como “una luz menor para guiar a los hombres y mujeres a la luz mayor“.
Los seres humanos inspirados no son, al contrario de lo que piensan algunos evangélicos, inerrantes o infalibles. De hecho, nuestra Iglesia Adventista ha rechazado la perspectiva de la inerrancia, incluso para la Biblia. Por lo tanto, nos corresponde establecer modelos cuidadosos de inspiración y autoridad que muestren respeto por la adecuada sintaxis, el vocabulario, el contexto y la gramática.
Richard W. Coffen es vicepresidente jubilado de los servicios editoriales de la Review and Herald Publishing Association. Escribe desde Green Valley, Arizona.
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