El verdadero HIRAM EDSON
El tiempo modificó en gran medida la imagen que muchos tienen de Hiram Edson. Algunos creen que fue un simple granjero que tuvo una visión en un maizal, escribió artículos sobre el santuario celestial y murió como un pionero adventista muy respetado. La realidad es mucho más compleja.
Edson pasó toda su vida (1806-1882) en el norte del estado de Nueva York. Su granja de Port Gibson estaba situada a pocos kilómetros al este de Rochester, centro de numerosos movimientos sociales como el sufragio femenino, las sociedades utópicas, el abolicionismo, el Ferrocarril Clandestino, la reforma de la vestimenta, el pacifismo y el movimiento antialcohólico.
Las corrientes intelectuales del trascendentalismo, el evolucionismo, el mesmerismo, el nacionalismo y el anticatolicismo se agitaron a su alrededor. Milleritas, mormones, espiritistas, shakers, cuáqueros y tres sociedades de Amana existían a pocos kilómetros de su casa.
Inmerso en este ambiente, Edson asistió a una serie de reuniones de tres semanas dirigidas por el predicador millerita Thomas Barry. Él y su segunda esposa, Esther, se convencieron mutuamente que aquello era verdad, y los dos se unieron a la fe adventista.
Fue entonces cuando las cosas se pusieron interesantes.
A partir de 1843, este carismático pastor de ovejas comenzó a tener lo que él llamaba ” apariciones”: espectáculos sobrenaturales de luz y sonido que presentaban imágenes vívidas de acontecimientos que él anticipaba que pronto sucederían.
Un día, mientras Edson oraba arrodillado, “un personaje”, que él creía que era Jesús, se puso de pie delante de él. Vio a un ministro que pronunciaba un discurso monótono y luego pedía que se pusieran en pie los que querían una oración especial. Toda la congregación se puso en pie de un salto.
Poco después, presenció la misma escena en una iglesia cercana.
En otra ocasión, Edson vio “una sombra con forma humana” y oyó una voz que le decía que fuera a hablar con su vecino sobre su salvación eterna. Así lo hizo.
En otra ocasión, mientras descansaba junto a la chimenea, Edson oyó una voz que le ordenaba que fuera a curar a un amigo enfermo de muerte. Cuando se negó, el suelo pareció caer bajo sus pies y se vio cayendo hacia el infierno. Pidiendo a gritos que Dios le salvara, oyó de nuevo la voz: “Ve a curar a tu prójimo enfermo”.
Después de llegar a la casa del hombre, Edson puso sus manos sobre la cabeza de su amigo y gritó: “Hermano, que el Señor Jesús te sane”. Inmediatamente el caballero abrió los ojos, echó hacia atrás las sábanas, saltó de la cama y empezó a dar saltos por la habitación, alabando a Dios.
Al día siguiente, mientras este hombre curado estaba cortando leña, su médico pasó por allí y expresó su asombro por su recuperación. “Esperaba encontrarte muerto”, dijo el médico.
“El Señor me ha curado”, afirmó su antiguo paciente con una alegría desenfrenada.
Se produjo un gran avivamiento en la iglesia a causa de esta curación por la fe.
Splitfoot y el don de lenguas
Al igual que las hermanas Margaret y Kate Fox de la cercana Hydesville, que en 1848 afirmaron comunicarse con un ser al que llamaron “Splitfoot” mediante un código alfabético por golpes, Edson fue testigo de incidentes de comunicación extática entre adventistas sabatarios.
Durante la noche del 17 de noviembre de 1849, soñó que entraba en una habitación en la que seis individuos desanimados estaban orando. Uno le dijo: “¡Oh, hermano Edson, estoy en la oscuridad!”.
Edson creyó que este sueño se cumplió ocho días después, cuando asistió a una reunión de oración en la que oyó a Richard Ralph expresar sus dudas sobre si debían tratar de encontrar a Samuel Rhodes, un amigo y millerita convertido en ermitaño.
Ralph pidió a Dios que derramara su Espíritu sobre ellos. Inmediatamente, comenzó a hablar en un idioma desconocido, que interpretó como instrucciones de Dios para que él e Hiram viajaran a los Adirondacks, encontraran a Rhodes y lo devolvieran al ministerio activo.
Cuando por fin llegaron hasta Rhodes, éste les dijo que, tres noches antes, había soñado que dos hombres le buscaban. Rhodes regresó y, al cabo de unas semanas, su predicación provocó la conversión de 40 almas.
Conexión con el maizal
Temprano en la mañana del miércoles 23 de octubre de 1844 -el día después del Gran Chasco- Edson y su invitado, Owen Russell Loomis Crosier, tomaron un atajo a través de un maizal en su camino para “animar a los hermanos”.
En las propias palabras de Edson, esto es lo que sucedió:
Nos pusimos en marcha, y al pasar por un gran campo me detuve a mitad del mismo. El cielo parecía abierto a mi vista, y vi clara y distintamente que, en lugar de que nuestro Sumo Sacerdote saliera del Lugar Santísimo del santuario celestial para venir a esta tierra el décimo día del séptimo mes, al final de los 2.300 días, ese día entraba por primera vez en el segundo departamento de ese santuario; teniendo una obra que realizar en el Lugar Santísimo antes de venir a esta tierra.[1]
Lo que vio Edson ha dividido a historiadores de la Iglesia, eruditos, escépticos y escritores populares durante casi dos siglos.
Reacción
¿Cómo reaccionaron los ciudadanos de los municipios de Ontario y Wayne cuando se corrió la voz de que Edson estaba experimentando ” apariciones”, algunos adventistas habían sido sanados instantáneamente por medio de la oración y otros hablaban en lenguas desconocidas? La mayoría simplemente ignoró estos fenómenos. Pero un puñado reaccionó violentamente.
Durante una de las reuniones en la casa de Hiram y Esther en 1844, una turba de 40 hombres, decididos a cubrir con alquitrán y plumas a todos los líderes milleritas que pudieran atrapar, irrumpieron en la casa, agarraron a uno de los asistentes y lo arrastraron hacia la puerta. Cuando un creyente trató de intervenir, un miembro de la turba tomó una plancha de hierro de la estufa de leña y le golpeó por encima del ojo, haciéndole un corte sangriento en la frente.
Edson se interpuso entre los dos hombres y gritó: “No renunciaré a mi fe [aunque] me cortéis en trozos de dos centímetros y alimentéis con mi carne a los zorros del desierto y a las aves del cielo”. Sorprendentemente, las alusiones bíblicas de Hiram a Isaías 13:21 y 1 Samuel 17:44 calmaron a la turba enfurecida, que se marchó.
Hiram recibió amenazas de muerte de vecinos hostiles y su nombre fue calumniado en la prensa. Un periodista escribió que Hiram había maltratado físicamente a su hijo, aunque nunca se encontraron pruebas que respaldaran esa afirmación.
Al comprender la atmósfera hostil que Hiram y Ester enfrentaban en Port Gibson, Elena de White escribió
Vi que el hermano y la hermana Edson tendrían que mudarse pronto del lugar donde vivían ahora, porque había suficiente enemistad en el corazón de los malvados de allí como para quitarles la vida, pues los odiaban por las verdades que creían y habían defendido, porque los condenaban, y varias veces los malvados tuvieron en su corazón quitarles la vida al hermano y a la hermana Edson; pero Dios había derrotado a los malvados y había guardado sus vidas. [2]
Siguiendo su consejo, los Edson vendieron su granja y se trasladaron más al este.
Edson el escritor
Entre 1849 y 1867, Hiram Edson escribió dos folletos, 20 artículos y envió 20 cartas e informes a las revistas adventistas Present Truth y Advent Review and Sabbath Herald.
Sorprendentemente, ninguna hacía referencia a su experiencia en el maizal ni se centraba en el Día de la Expiación, el juicio investigador o el ministerio continuo de Cristo en el santuario celestial.
En cambio, sus extensos artículos reflejaban las preocupaciones de escritores milleritas predecesores, centrándose en la matemática bíblica (las profecías de los días y las semanas), las débiles predicciones del fin del mundo, el regreso de los judíos a Palestina en 1850, los símbolos apocalípticos tipo/antitipo como los Reyes del Norte y del Sur, Acab y Jezabel, el catolicismo romano, Balaam, los papas de Roma y otros temas.
Con el tiempo, la turbulenta y especulativa prosa de Edson lo descalificó a los ojos de los editores de la Review, Jaime White y Urías Smith, para explicar con claridad los puntos de vista de la secta sobre el santuario celestial. Esa tarea se encomendó a otros escritores más sensatos.
Por último, a pesar de su dramática experiencia en el maizal en 1844, su papel en la organización de Conferencias Sabáticas y congregaciones locales, sus muchas contribuciones a la Review, su ordenación y credenciales ministeriales en 1870 y sus generosas contribuciones financieras al movimiento adventista, Hiram Edson cerró su carrera bajo una oscura nube de duda y desconfianza.
Su insistencia en que el comité editorial de la Review publicara su manuscrito de doscientas páginas sobre Inglaterra en la profecía bíblica en 1874, su venta ambulante de peculiares puntos de vista proféticos en la Asociación de Nueva York-Pennsylvania, y su ausencia de los cultos sabáticos cerca del final de su vida, llevaron a Dudley M. Canright -un pastor adventista que más tarde abandonó la iglesia y se convirtió en uno de sus críticos más severos- a llamarle ” un loco de remate, y una vergüenza para la iglesia”.
Cuando Hiram murió el 8 de enero de 1882, la Review le dedicó una breve necrológica de 22 líneas.
Reputación restaurada
No fue hasta las décadas de 1940-1960 cuando su reputación fue restaurada por Arthur W. Spalding, quien en sus numerosos libros situó a Edson a la altura de Jaime y Elena White, José Bates y J.N. Andrews.
Asimismo, desde 1992 hasta la actualidad, Adventist Heritage Ministries, al adquirir la antigua propiedad de Edson y erigir en ella el granero de Luther Edson, un centro de visitantes y un sendero y jardín de la Profecía Bíblica donde se celebran regularmente “Festivales del Santuario”, ha vuelto a situar a Hiram Edson en el centro de atención adventista.
El hombre y el mito se han separado con éxito.
Este artículo fue publicado originalmente en Brian E. Strayer, “The Real HIRAM EDSON,” Adventist Faith, Pacific Union Conference.
[1] Hiram Edson, “Description of Hiram Edson’s Experience in the Cornfield on October 23, 1844 Plus Some Other Experiences in His Life Around the Same Time,” undated manuscript VT000272, Center for Adventist Research, James White Library, Andrews University.
[2] Ellen G. White, “A Vision the Lord Gave Me at Bro. Harris’, Aug. 24, 1850,” Manuscript Releases, vol. 6, p. 251.
Brian E. Strayer es profesor emérito de Historia en la Universidad Andrews.
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