El silencio en la dictadura de Paraguay
La Iglesia Adventista se estableció oficialmente en Paraguay en 1903, en la ciudad de Encarnación. En ese mismo lugar, paradójicamente, el 13 de noviembre de 1912, nació Alfredo Stroessner, que posteriormente como militar y general daría un golpe de Estado. Stroessner se convirtió en el presidente de facto y mantuvo una de las dictaduras más sangrientas de Sudamérica por 35 años (1954-1989).
Es posible que nunca haya existido un vínculo directo entre Stroessner y la Iglesia Adventista del Séptimo Día, pero si deseo explorar la actitud que tuvo la iglesia frente a la dictadura. Durante los 35 años de su dictadura sanguinaria, el dictador Stroessner favoreció notablemente a la Iglesia Católica Romana, aunque cerca del final de la dictadura, sus relaciones se deterioraron y se agravaron con la visita del Papa Juan Pablo II en mayo de 1988. Este favorecimiento, no impidió al dictador Stroessner desarrollar relaciones con líderes de otros grupos cristianos.
En casi todas las iglesias evangélicas, y también en la adventista se tenía una cierta “devoción” a la figura de Stroessner. Era habitual escuchar relatos parecidos a fábulas mitológicas, donde narraban sobre cómo un pastor o algún miembro le predico “El Mensaje” al “Señor Presidente”. De hecho, su peluquero de confianza incondicional durante 43 años era un evangélico (de la iglesia Bautista) llamado Cándido Aguilera Ledesma.
También era conocido que pastores visitaban a Stroessner, en el despacho presidencial del Palacio de López, y por lo general, le regalaban una gran Biblia. Pienso que el General debió haber tenido una gran colección de Biblias en su poder. Me recuerdo que habitualmente se oraba en la iglesia por el “Gral. Stroessner”, para justificar esta acción se solía citar Romanos 13.
Margarita Báez, quien fue torturada brutalmente durante la dictadura, me dijo: “Ellos [los soldados] jugaban con nosotras, nos hacían caminar con la Biblia sobre la cabeza y si se nos caía nos molían a palos…”.
El marco jurídico para las iglesias en la dictadura
Antonio Rivas González, en su investigación “La regulación jurídica del fenómeno religioso en Paraguay”, documento y demostró la relación entre la dictadura de Stroessner y las iglesias. Empezando por el hecho de que la Constitución de la República de Paraguay de 1967, contenía las siguientes disposiciones:
“Artículo 6.- La religión oficial es la Católica, Apostólica, Romana, sin perjuicio de la libertad religiosa que queda garantizada con arreglo a los preceptos de esta Constitución”.
[…] Artículo 70.- La libertad de conciencia y el derecho de profesar, enseñar y difundir cualquier religión libremente, y practicar su culto, quedan garantizados en el territorio de la Republica, toda vez que no se opongan a las buenas costumbres y al orden público. Nadie podrá invocar sus creencias para eludir el cumplimiento de las leyes ni para impedir a otro el ejercicio de su derecho”.
A pesar de estas disposiciones legales, siguió siendo requisito indispensable, profesar, la religión católica para poder ser presidente del país (art. 172) y además se suprimían las injerencias del poder público en las cuestiones eclesiásticas.
La realidad en las iglesias
Miguel H. Lopez, expresa que la dictadura de Alfredo Stroessner tuvo una amplia complicidad social para afianzarse, reproducirse y mantenerse en el tiempo.
“…La connivencia (acuerdo, complicidad, confabulación) de la población fue amplia y permeó todos los niveles de la vida del país pasando por la educación, el arte, el deporte, los gremios, etc., y la alianza con el clero, más un importante apoyo económico y asesoramiento de los Estados Unidos”.
Es posible que los líderes de las iglesias de ese tiempo hayan sabido cuestiones que no quedaron registradas y tal vez nunca se sabrán. ¿Negación? ¿Colaboración? ¿Complicidad?
En la iglesia Adventista Central de Asunción, existían rumores que un hombre al que todos conocíamos, que no faltaba a ninguna reunión de la iglesia, era un “pyrague”. Es una palabra en guaraní que significa “pies peludos”, pero se usaba para decir que esa persona era un informante infiltrado de la policía y los mantenía al tanto sobre posibles opositores.
Los “pyrague” estaban en todas partes y es muy probable que alguno estuviera en los cultos de cualquier iglesia. Informaciones recogidas por los “pyragues” fueron clave para la represión a opositores y críticos con la dictadura. Hay pruebas documentadas en los archivos descubiertos (Archivo del Terror), de cómo había informantes a sueldo en todas partes, incluyendo las iglesias.
Un artículo en el periódico paraguayo La Nación, que analiza el tema de los pyragues, señala que, “[…] grababan programas de radio, homilías en las iglesias, discursos en asambleas”.
La educación adventista durante la dictadura
Las instituciones educativas eran los espacios donde se podía identificar ciertos aspectos referentes a la ideología de la dictadura. Por ejemplo, en el Colegio Adventista de Asunción donde estudié, todo funcionaba según lo pautado por el Ministerio de Educación y Culto. Los libros de historia de Luis G. Benitez eran los únicos autorizados, lo que permitía controlar ideológicamente a todos los estudiantes.
Posiblemente esto favoreció a la historia de las iglesias, al pensar que existía solamente una persona que podía explicarnos “la historia de la salvación”.
También recuerdo que todos los años, venían “Supervisores” del Ministerio de Educación a tomarnos los exámenes finales, algo que hacían en todas las escuelas. En nuestra ingenuidad, creíamos que venían para ver si recibíamos una buena educación, pero hoy creo que lo hacían para investigar qué cosa los profesores estaban enseñando y la ideología que tenían los estudiantes.
En un Segmento de discurso realizado por el Gral. Stroessner al Congreso Nacional en 1978 dijo:
“Las Escuelas y Colegios se han convertido en santuarios donde los jóvenes adquieren los elementos de disciplina, conocimiento y sobre todo amor a la Patria y a sus héroes con los cuales se ha de estructurar el porvenir venturoso de la Nación. Lejos de las influencias nefastas de doctrinas disociantes, maestros y alumnos se han dedicado eficientemente a la tarea de la formación integral del hombre paraguayo”.
La falta de apoyo de la iglesia a las victimas
El gobierno de Stroessner se caracterizó por realizar una persecución a los espacios, grupos e instituciones que desarrollaban actividades en el campo del pensamiento social, la educación y la producción del conocimiento. Muchos intelectuales y artistas tuvieron que exiliarse. Aunque no se ha documentado una lista de adventistas que fueron detenidos, perseguidos o exiliados por la dictadura, si hay algunos casos.
El profesor y abogado Martín Almada, fue perseguido, encarcelado y torturado por la dictadura. Su esposa, la profesora Celestina Pérez de Almada, era miembro de la Iglesia Adventista y asistía a la iglesia con sus hijos Ricardo, Lincoln y la pequeña Celeste. Celestina, sufrió tortura psicológica, durante 10 días la policía de la dictadura le hizo escuchar por teléfono los gritos de su esposo mientras era sometido a terribles torturas.
Celestina de Almada, adventista y promotora de una educación liberadora. Recibiendo un reconocimiento del
Embajador de Francia en 1973. Foto: Cortesía de la Fundación Celestina Pérez de Almada.
Martín Almada hizo su doctorado en educación en la Universidad Nacional de La Plata, en Buenos Aires, Argentina. Martín y Celestina eran propietarios de una fábrica de baldosas y del Colegio Juan Bautista Alberdi, en la Ciudad de San Lorenzo, Paraguay. Todo cambio, cuando Martín organizó una Cooperativa para maestros sin casas, ayudando a construir casas económicas. La dictadura lo acusó de ser comunista.
Finalmente, la profesora Celestina murió de un infarto producto de la angustia y la desesperación, cuando la policía la llamo el 5 de diciembre de 1974, para decirle: “el educador subversivo falleció; venga a buscar su cadáver”. La policía le había mentido a ella, ya que su esposo no había muerto. Ricardo y Lincoln, se encontraban internados estudiando el secundario en el Colegio Adventista Juan Alberdi, lo que hoy es el Instituto Superior Adventista Misiones, en Argentina. Cuando su mama murió, ellos no fueron al funeral por temor a ser apresados. De hecho, la pequeña Celeste de 8 años, estuvo dos meses junto a su padre en el penal, luego quedo bajo el cuidado de sus abuelos.
En 1975, Martín fue parcialmente liberado y con sus contactos mantuvo a sus hijos en la educación adventista. En años anteriores, mi padre Carlos Streich le regalo a Martín el libro de Elena White, La educación. Los dos fueron muy buenos amigos. Lincoln continuo en el Instituto de Misiones cursando su secundario y Ricardo fue al Colegio Adventista del Plata ubicado en Puiggari, actualmente Universidad Adventista del Plata. Ambos fueron expulsados en 1977 por impago de las cuotas. Martín volvió a ser encarcelado, cuando pidió la devolución de sus propiedades y lo enviaron al campo de concentración de Emboscada, por lo que no tenía la forma de pagar las colegiaturas. Así lo relato en su libro Paraguay la cárcel olvidada y el país exiliado,
“Al mismo tiempo, los Institutos Adventistas de Misiones y Puiggari (Argentina), seguramente para quedar bien con la Policía paraguaya, cerraron sus puertas a mis hijos Ricardo y Lincoln, por incumplimiento en el pago mensual de las cuotas”.[1]
El 28 de septiembre de 1977, Martín fue liberado gracias a la intervención del Comité de Iglesias del Paraguay y las denuncias de Amnistía Internacional. En su libro, Martín relata que se internó durante todo el mes de octubre de 1977 en el Sanatorio Adventista de Asunción,[2] y luego se exilió con sus hijos. En su exilio trabajo para la UNESCO, en Francia hasta 1992. En el 2002 recibió en el parlamento de Suecia el Premio Nobel Alternativo, por sus contribuciones a la educación y los derechos humanos.
Lincoln Almada, quien vive en Europa, me dijo por teléfono: “Mi mamá Celestina era miembro activa y comprometida con la Iglesia Adventista”. Él recordó cuando su mamá murió, y ellos tuvieron dificultades: “la iglesia se lavó las manos y evitaron mencionar el tema”. Para Lincoln, la iglesia fue cómplice con su silencio y acciones poco empáticas, cuando fueron expulsados del Colegio Adventista, formando así parte de un sistema inhumano, cruel y corrupto. Ricardo murió de COVID en 2020, Lincoln y Celeste aún viven. Ellos dejaron de ser adventistas.
Conclusión
La dictadura fue una etapa dolorosa y sangrienta en Paraguay. Fue una de las dictaduras más largas en la historia de Sudamérica. Es posible que las iglesias no tuvieran un marco de libertad para actuar o protestar sin recibir las consecuencias de la represión del dictador Alfredo Stroessner. Sin embargo, nada puede justificar la omisión, el silencio o la indiferencia de la iglesia para aliviar el sufrimiento de las víctimas y sus familias.
[1] Martín Almada, Paraguay: La cárcel olvidada, el país exiliado… (Paraguay: MarBen, 2005),122.
[2] Ibid., 156.
Imagen de portada: Alfredo Stroessner (ext. derecha) y el presidente de la Misión Adventista de Paraguay (centro).
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Wolfgang A. Streich, es licenciado en teología por la Universidad Adventista del Plata y es periodista. Durante 30 años fue adventista, actualmente es menonita y escribe desde Paraguay.
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