Editorial: Poesía y oración
Los tiempos que corren no son los mejores. No muchos de nosotros sentimos escalofríos ante la idea de una democracia que se derrumba o de tensiones culturales crecientes. Pero a veces caigo en una ansiedad desesperante. Los tópicos habituales sobre cómo todo está en el plan de Dios y cómo estamos viviendo los últimos tiempos no me reconfortan; sólo me recuerdan que no sólo mi futuro es incierto, sino que mi fe es insuficiente.
En tiempos como estos, la fe se siente frágil. Dios me ha proporcionado un remedio poco convencional: la poesía. El poeta irlandés ganador del Premio Nobel Seamus Heaney escribió en la Parte XI de su poema en doce partes «Staten Island» que «lea los poemas como oraciones». Dentro del poema, el consejo se lo da un monje, pero el propósito no es insinuar que todos los poemas deban ser oraciones, sino establecer un puente entre el arte y la realidad, las sagradas escrituras y la expresión creativa.
¿Qué son los Salmos sino una colección de poesía? El arte siempre ha sabido comunicar la esperanza y los detalles de la cruda realidad de un modo que nos permite digerirlos. En los Salmos, David explora las profundidades de la corrupción política, la opresión, el dolor y la desesperanza. Su ansiedad y su dolor son evidentes, pero se dirigen a un Dios que escucha, reconociendo siempre que el Dios que escucha es también un Dios que responde. También Pablo insinúa el valor de la poesía como oración cuando nos recuerda en Romanos 8:26 que «el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos por qué hemos de orar, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos sin palabras».
Como portadores de la imagen de Dios, nosotros, Su creación, imitamos a nuestro creador cuando hacemos y apreciamos el arte, reconociéndolo como una herramienta para ayudar a procesar la frustración de un mundo pecador. Tanto los poetas seculares como los sagrados han seguido un modelo bíblico a la hora de utilizar la poesía como medio de comunicación, permitiéndonos, como lectores, anclarnos en un mundo siempre cambiante. Siguiendo el modelo de Romanos 8:26-27, leer las Escrituras como poesía y los poemas como oraciones puede ser la fuerza de anclaje que necesitamos.
Quizás en los comentarios puedas compartir algunos de los pasajes de poesía que hablan a los anhelos de tu corazón.
Nicole Brown-Dominguez
Editora de Noticias de Adventist Today