¿Alguien vio realmente a los tres ángeles?
Era 1844; la fecha, 22 de octubre, un martes. Un grupo de creyentes milleritas estaban orando en un granero en el oeste de Nueva York. Su sincera esperanza de que Jesús regresara esa noche había resultado decepcionante.
Uno de los miembros del grupo, un granjero llamado Hiram Edson, salió del granero y caminó por un campo de maíz cercano. Mientras se preguntaba por qué Jesús no había regresado, vio de repente un enorme ángel deslumbrante que volaba por el cielo delante de él. El ángel dijo, con una voz tan alta que él pudo oírla, junto con millones de personas en todo el mundo:
Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.
Hiram Edson supo enseguida que aquello era el comienzo de un juicio. Él, y todos los que escucharon el anuncio del ángel, comenzaron a predicar el comienzo del juicio investigador en el Lugar Santísimo del cielo.
Por supuesto, ¡miles de millones de personas oyeron la voz y se convirtieron al instante!
Espera un momento, ¡eso nunca ocurrió!
De hecho, nadie -ni una sola persona en toda la faz de la tierra- afirmó que había visto u oído a un ángel volador gritando aquella noche.
¿Pero por qué no lo hicieron? Apocalipsis 14:6-7 dice que sucedió, y los adventistas están convencidos de que la fecha era correcta. Entonces, ¿por qué nadie informó de esta señal visible y audible?
De hecho, contrariamente a la historia popular de Hiram Edson, la doctrina del juicio investigador tan amada por los adventistas tradicionales no se estableció en ese maizal; tardó décadas en desarrollarse.
Cosas que tomamos muy literal
Los adventistas tomamos muchas cosas de la Biblia al pie de la letra.
La creación, por ejemplo. En los últimos años se habló mucho de la creación en una sesión de la Asociación General. No sobre el hecho de que Dios sea el creador -en eso estamos de acuerdo-, sino sobre la defensa de una lectura rígidamente literal de Génesis 1. Se declaró, por votación de un grupo formado en su mayoría por clérigos adventistas del séptimo día, que la Tierra fue creada en siete días reales de 24 horas. (Aunque no se incluyó en el borrador final, varios habían abogado por votar que ocurrió hace 6.000 años, porque también toman la cronología de Ussher al pie de la letra).
Otro literalismo interesante es la noción de que el Santuario en la tierra, la tienda que los peregrinos hebreos llevaron consigo a través del desierto, tiene una copia exacta (con cortinas de piel de animal y todo) en el cielo. No está claro qué estructura fue la primera, pero probablemente sea la del cielo, ya que Moisés recibió los planos de Dios.
Así que si estas palabras describen algo real y actual, no es en absoluto irrazonable preguntar: ¿voló un ángel real por el cielo anunciando el juicio investigador una noche de 1844, seguido por otro ángel fuerte cuando los creyentes milleritas abandonaron sus iglesias apóstatas al año siguiente, y luego otro anuncio angélico en la aceptación del sábado alrededor de 1847?
Por favor, no descartes la pregunta. Tenemos que estudiar por qué tomamos algunas imágenes de la Biblia -en particular las profecías- como descripciones reales de hechos reales y otras como símbolos.
Apocalipsis
El Apocalipsis es un enredo de imágenes, algunas de las cuales decimos que son literales y otras insistimos en que son solo metáforas.
Ningún adventista ha expresado nunca dudas sobre Apocalipsis 1:7: “Mirad, viene con las nubes” y “Todo ojo lo verá”. Pero, ¿qué hay de la descripción de Jesús que la acompaña? Puedo imaginarme al Jesús de túnica blanca y pelo blanco hasta que llegamos a
Sus ojos eran como fuego ardiente. Sus pies eran como bronce que brilla en un horno, y su voz era como el sonido de las aguas que corren. En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una espada afilada de doble filo.
¿Literal o simbólico? Los artistas lo han representado como si Jesús, cuando está ministrando en el cielo, tuviera el mismo aspecto, incluso la lengua de espada, y ¿quién puede asegurar que no sea así?
Apocalipsis 2 y 3, los mensajes a las siete iglesias, suenan históricos, y supongo que lo son, más o menos. Pero a partir del capítulo 4, nos encontramos de nuevo con extrañas criaturas celestiales: 24 tronos con 24 “ancianos” no descritos, junto a cuatro “criaturas vivientes” -un león, un buey, un hombre, un águila voladora- “cubiertas de ojos, por delante y por detrás”, cada una con “seis alas… cubiertas de ojos por todas partes, incluso debajo de sus alas”.
¿Es éste realmente el aspecto de la sala del trono en el cielo? Puesto que no es totalmente diferente a la visión que Ezequiel vio siglos antes, ¿debería considerarse una descripción real?
El libro prosigue de forma surrealista similar a través de siete sellos y siete trompetas (de esta última Ellen White nunca habla, y ningún escatólogo adventista, por mucho que exponga sobre otros capítulos del libro, ha ofrecido una explicación satisfactoria).
De los sellos, los adventistas reconocemos los cuatro jinetes del Apocalipsis, que, según decimos, representan la evangelización temprana, seguida de períodos de guerra, hambre y muerte. Decimos que son símbolos de épocas históricas. Sin embargo, ¿por qué no pudo afirmarse que hubo jinetes reales surcando el cielo, aparte de que nadie afirmó haberlos visto en los momentos decisivos de la historia?
En cuanto al sexto sello, nuestros pioneros estaban de acuerdo en que el gran terremoto, el oscurecimiento del sol, la transformación de la luna en sangre y la caída de las estrellas eran hechos reales. Pero el mismo pasaje también habla de los cielos “retrocediendo como un pergamino que se enrolla”, con “cada montaña e isla removida de su lugar”. Aquí, en una sola frase, nos salimos de lo histórico, pues tal catástrofe no ocurrió conjuntamente con las anteriores señales, las cuales ya han pasado hace dos siglos.
Urias Smith, quien hasta el día de hoy es raramente desmentido, declaró que los 144,000 de Apocalipsis 7 eran precisamente 144,000 personas literales, “reunidas de la última generación antes de que Cristo venga”. A pesar de que hizo conjeturas sobre la forma exacta en que aparecerían, anticipó que vería a
El pastor Jaime White, el pastor J. N. Andrews y el pastor Joseph Bates, quienes dirigieron el comienzo de esta obra, quienes se identificaron tan plenamente como pudieron con este mensaje, cuyas almas enteras estaban absortas en el gran pensamiento de ayudar a llamar a un número suficiente que se les uniera en la obra para formar la privilegiada y feliz compañía de los 144.000 ….
En cuanto a Apocalipsis 13, no conozco a nadie que piense que Dios creó una bestia con siete cabezas de leopardo, patas de oso y diez cuernos con diez coronas para representar al papado. Por supuesto, los artistas adventistas pintan con entusiasmo cuadros de las bestias de Daniel y Apocalipsis, y en algunos casos incluso hacen estatuas, porque, aunque las bestias no sean literales encontramos cierta satisfacción en pensar que tienen magnitud.
¿Es interesante la segunda bestia de Apocalipsis 13, la que tenía cuernos de cordero, pero hablaba como un león y representaba a los Estados Unidos de América? Algunos intérpretes adventistas la imaginaron como un bisonte americano. Sí, era un símbolo, pero un símbolo bastante obvio, porque cuando se viajaba en tren por Wyoming en aquella época, ¡se podía ver la segunda bestia del Apocalipsis 13 desde la ventanilla del vagón!
¿Literal o simbólico?
Así que volvemos a Apocalipsis 14. ¿Qué sentido tenían las grandes voces si no era para que la gente oyera? Ciertamente, Dios no es duro de oído. ¿Y por qué volar “en medio del cielo” si no era para que lo vieran los habitantes de la tierra?
Vuelvo a preguntar: ¿por qué nadie de aquí abajo los vio y oyó?
Muchos dirán que en la literatura apocalíptica es obvio cuáles imágenes son reales y cuáles metafóricas: las salvajes y locas que no necesitan ser reales o que no podemos imaginar que lo sean son, ergo, metafóricas o simbólicas. Las bestias, por ejemplo: no hay ninguna razón convincente para que hayan existido realmente, por mucho que los adventistas las hayamos representado a todo color.
Pero, ¿es más realista una ciudad de una milla de altura con puertas de una milla de altura hechas de piedras preciosas que descienden del cielo, con los malvados muertos resucitados y reunidos alrededor tratando de derribar la ciudad santa con Satanás como su general al mando, que un ángel que atraviesa el cielo nocturno en 1844 proclamando el juicio en voz alta?
Lo que nos lleva a otra distinción muy importante: si las descripciones bíblicas se refieren al futuro, al pasado o a un presente histórico. El panorama de la creación está lo suficientemente lejos en el pasado como para que nos resulte fácil decir que fue convocado ex nihilo por la voz de Dios. El descenso de la Nueva Jerusalén está reservado para un futuro muy lejano.
Pero en el presente, nos resulta difícil afirmar algo tan espectacular, porque no podemos presentar testigos. El mejor argumento para afirmar que no hubo tres ángeles adventistas reales gritando a gran voz (o, para el caso, cuatro jinetes reales del Apocalipsis) es que nadie, que yo sepa, vio ni oyó a ninguno de ellos. El anuncio del primer ángel era una metáfora de algo bastante más cotidiano: un grupo de personas con una nueva enseñanza escatológica.
Una distinción necesaria
Tómese esta lección tan seriamente como sea necesario con el propósito de comprender cómo interpretamos las profecías, cómo dividimos lo literal y real de lo metafórico y simbólico. Me parece que interpretamos las profecías, literales o metafóricas, no por sus propios fundamentos, sino para confirmar lo que dijeron nuestros pioneros y Elena de White.
También estoy sugiriendo que si los ángeles no son reales -si son metáforas para que los adventistas proclamen un mensaje apocalíptico- entonces quizás otras descripciones bíblicas, como una creación literal de seis días hace 6.000 años, tampoco tienen por qué ser reales. Quizá incluso el regreso de Cristo y los acontecimientos que conducen al mismo podrían ser algo distinto del espectáculo aterrador que nuestros evangelistas nos han hecho temer. Quizá muchas de las imágenes de la Biblia no sean reales, sino que deban estudiarse por su significado espiritual. Una cita del biblista John Dominic Crossan,
Lo que quiero decir, una vez más, no es que los antiguos relataran historias literales y nosotros seamos ahora lo bastante listos como para tomarlas simbólicamente, sino que ellos las contaban simbólicamente y nosotros somos ahora lo bastante tontos como para tomarlas literalmente.
(Image Credit: AUC Resource Centre)
Loren Seibold es el Editor Ejecutivo de Adventist Today.