ADRA sigue ayudando en medio del creciente número de muertos en Myanmar
El número de víctimas mortales del potente terremoto de 7,7 grados de magnitud que sacudió Myanmar sigue ascendiendo a más de 2.000 muertos, y los limitados recursos ralentizan los esfuerzos humanitarios, mientras aún se calcula el alcance de la devastación. La Agencia Adventista de Desastres y Recursos Asistenciales (ADRA) se movilizó inmediatamente después de que se produjera el seísmo el viernes 28 de marzo de 2025, aproximadamente a las 12:50 pm hora local. El epicentro del terremoto se situó en el centro de Myanmar, Sagaing. La magnitud del seísmo provocó un efecto dominó que causó daños en 600 kilómetros, provocando una destrucción catastrófica en las regiones circundantes y enviando temblores hasta Tailandia, China y la India.
ANN informó sobre la situación:
«Nuestros equipos de respuesta están viajando a las comunidades afectadas para establecer la mejor estrategia para las operaciones de socorro», dijo Mario Oliveira, director de Gestión de Emergencias de ADRA. «A pesar de la infraestructura colapsada y las barreras de comunicación, seguimos comprometidos a llegar a los más necesitados».
Muchos miembros de la Misión Adventista saltaron a la acción con informes de líderes adventistas y pioneros mundiales que trabajan para ayudar en los esfuerzos de evacuación. Cientos de edificios se derrumbaron bajo la intensidad del desastre natural, varios de los cuales eran iglesias, mezquitas y monasterios. Como el terremoto se produjo durante el Ramadán, más de 700 musulmanes murieron en su lugar de culto y 200 monjes budistas fueron aplastados por el derrumbe de un monasterio.
Tras decretar el estado de emergencia, los gobiernos locales se prepararon para lo peor, solicitando ayuda y apoyo. Sin embargo, como informa Associated Press (AP), la accesibilidad se ve dificultada en el mejor de los casos por la guerra civil. Así las cosas, las zonas afectadas se enfrentan al hambre y las enfermedades, las infraestructuras se desmoronan, hay cortes de electricidad, escasez de combustible y malas conexiones, y la falta general de maquinaria pesada dificulta gravemente las labores de búsqueda y rescate. Las agencias de ayuda, como ADRA, tienen que trabajar con lentitud y sortear constantes desafíos para hacer frente a las consecuencias inmediatas del suceso, que están agravando la devastación preexistente que afecta a los 20 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria.
La interrupción de las telecomunicaciones significa que el alcance de los daños sigue siendo desconocido para el mundo en general, pero ADRA y otros grupos de ayuda humanitaria han estado ofreciendo el apoyo necesario, ya sea en atención médica, apoyo a la salud mental, necesidades de higiene, refugio o alimentos.